El Movimiento Yo Soy 132 tiene, como todos los movimientos sociales, voces a favor y en contra, adeptos espontáneos y atacantes que, por el solo hecho de no compartir su postura y sus demandas, quisieran desaparecerlo de un “plumazo”. Sí, de un plumazo a través de columnistas y articulistas que sienten amenazados sus intereses de grupo.
Los jóvenes que increparon a Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana seguramente no tenían idea de lo que sus acciones iban a desencadenar, y mucho menos de los apoyos que iban a sumarse a su principal demanda. Tampoco tienen experiencia en la organización y coordinación de protestas, pero tienen a su favor la necesidad de que en México se escuche la voz de la juventud, y algo aún más importante, que su actitud ha sido pacífica.
Los jóvenes están en riesgo en este país, la ola de violencia que apunta principalmente contra ese sector de la población y la tentación de adherirse a la delincuencia por falta de oportunidades de estudio y de trabajo están a la orden del día, sin embargo, al riesgo que hoy me refiero es al autoritarismo y a la represión de los gobiernos derechistas, capaces de manipular y desvirtuar las protestas juveniles ante la opinión pública para justificar la represión en nombre del RESTABLECIMIENTO DEL ÓRDEN PÚBLICO, como ocurrió en Atenco.
Los jóvenes son inconfundibles, la juventud se nota y lo mismo ocurre con la violencia, quien es violento no puede ocultarlo porque la violencia es un germen que crece en la mirada y en los gestos de la cara.
Aunque los estudiantes no portaran consigo carteles para identificarse, a leguas se sabe que forman parte del Movimiento, así que la mala idea de infiltrar grupos de choque para hacerlos pasar como estudiantes no la va a creer nadie. Además los jóvenes tienen padres y familiares que están informados de las marchas y de las concentraciones que están organizando para manifestar y ampliar sus demandas; están pendientes de ellos y desde luego que los apoyan, lo mismo que gran parte de la sociedad civil, porque se han conducido sin violencia y exigiendo justicia, lo mismo que millones de adultos demandan desde que nació el Movimiento Lopezobradorista. Por esas dos razones, porque son pacíficos y porque luchan por causas justas, la derecha relaciona al Movimiento Yo Soy 132 con el candidato de las fuerzas progresistas.
En más de tres ocasiones Andrés Manuel López Obrador ha dicho públicamente que celebra y respeta la decisión de los jóvenes y que por ningún motivo se colgará de ese Movimiento, porque es de ellos, aunque coincidan en muchos puntos.
Así que infiltrar grupos de choque y manos negras en el Movimiento Yo Soy 132, para confundir al electorado, lo único que va a lograr es dejar muy claro de qué lado está la violencia y el peligro para México.
Yo no soy 132 pero soy MORENA y respeto el derecho a la libre expresión de todas las ideas.
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