viernes, 15 de junio de 2012

Los fanáticos anti-fanáticos-- HÉCTOR PALACIO

De risa loca serían los que a la menor provocación se empeñan en acusar de fanáticos a quienes despectivamente llaman “pejistas”, si no fuera porque se trata de “formadores de opinión” cuyos garabatos circulan más de lo merecido. No dejan pasar oportunidad. Como si esa adjetivación fuera privativa de los seguidores del candidato de la izquierda.

Pero veamos, ¿puede establecerse realmente dónde se encuentra el verdadero fanatismo?

Primero, haremos la clásica, manida, aburrida, cita del diccionario de la Real Academia Española. Esto para calmar el animoso prurito de los periodistas objetivos:

Fanático, ca.

(Del lat. fanatĭcus).

1. adj. Que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas.
Ni duda cabe de que aquí entran muchos de todos los bandos: priistas, panistas, “pejistas”. No obstante, cuando hablamos de los últimos, ¿estamos ante fanatismo absoluto como pretenden sus detractores “gratuitos”?

Los panistas siguen al PAN porque ha gobernado por 12 años y ya saben cómo lo hace: Como peores, o mejores, discípulos del PRI en el ámbito de la corrupción y, sobre todo, en el de la violencia. Sabiéndolo, con razón o sin razón, apasionadamente, aman a Chepina y votarán por ella.

Los priista siguen al PRI porque ha gobernado 70 años y ya saben cómo lo ha hecho. Violencia, corrupción, autoritarismo. Sabiéndolo, con razón o sin razón, aman a Peña y votarán por él.

Los “pejistas” siguen a López Obrador porque aunque no ha gobernado al país, creen razonadamente estar al menos ante los siguientes referentes básicos como fuente de argumentación: 1. Luchador social incuestionable por 35 años. 2. Gobernante eficaz y honesto de la Ciudad de México. 3. Programas sociales en beneficio de los más jodidos, tal cual se otorgan en cualquier país desarrollado de mundo y sin que se le llame populismo. 4. Incorruptibilidad personal. 5. Equipo de trabajo que le rodea y propuesta de Gabinete. 6. Proyecto Alternativo de Nación.

Los periodistas objetivos saben, conocen al detalle, lo arriba expuesto. Sin embargo, se obstinan con necedad, fanáticamente, en acusar de fanáticos a los seguidores de quien dice de sí mismo que es “Peje pero no Lagarto”. ¿Nombres? Ellos los conocen, es más, se identifican entre sí.

¿Dónde, de qué lado, quedó el fanatismo entonces?

La mera pasión se asienta en la fe. El razonamiento se basa en el conocimiento y la experiencia y aun puede llevar a la pasión. Apasionamiento razonado o razón apasionada, como si dijéramos. ¿Acaso no es claro para los fanáticos acusadores de fanatismo el fanatismo de los fanáticos evidentes incluyendo su propio fanatismo? Saludos.

P.D. Hoy acusan de fanatismo. Ayer, de odio. Antier, de violencia. Mañana, de fanatismo, odio y violencia. ¿Pasado mañana?

¡A razonar el voto!

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