miércoles, 19 de mayo de 2010

Bancos agregan cobros a la mala al acoso y amenaza a deudores

Se disparó la cartera vencida con el alza a los alimentos en 2007, asevera Ramírez Cuéllar

Cuentahabiente narra sus penurias con siete tarjetas que le entregaron sin haberlas solicitado

Instituciones retienen dinero de las nóminas para cubrir pagos de deuda por esos plásticos


Logotipo de tarjetas de crédito en una tienda en Nueva YorkFoto Ap
Roberto González Amador

Periódico La Jornada
Miércoles 19 de mayo de 2010, p. 23
En los años dorados del préstamo bancario, Simona Lorenzo Hernández recibió siete tarjetas de crédito de diferentes instituciones. Llegó la crisis en 2009 ya no pudo pagar las mensualidades, después de haber empeñado bienes y pedido dinero a familiares y amigos. Está acostumbrada a las llamadas a deshoras y en tono amenazante de los despachos de cobranza. Lo que no esperaba es que uno de sus acreedores tomara directamente de su cuenta de nómina dinero para abonar a la deuda.

“Nunca firmé una autorización para estos cobros”, dice Simona.

Como el de Simona hay miles de casos. “La gente cayó en cartera vencida por la crisis. Hay evidencia de que el aumento de las deudas en tarjeta de crédito estuvo relacionado con el alza en el precio de los alimentos en 2007”, explicó Alfonso Ramírez Cuéllar, dirigente de El Barzón, organización de deudores de la banca.

Disparo en oferta de crédito

También hubo un disparo en la oferta de plásticos por parte de los bancos, en especial entre personas de menor ingreso y sin experiencia en el manejo de crédito. En 2004 circulaban en el país 11.6 millones de tarjetas de crédito, de acuerdo con la Asociación de Bancos de México (ABM). A partir de ese año el financiamiento por este medio creció como no lo había hecho desde los años previos a la crisis de 1995. En 2009 llegó a 25.9 millones el número de tarjetas de crédito en circulación, un incremento de 123 por ciento en comparación con el cierre de 2004, según la ABM.

El organismo explicó que 46 de cada 100 usuarios de tarjetas de crédito en el país son personas con ingreso inferior a 5 mil pesos mensuales. Entre 2003 y 2008, agregan los datos de la ABM, 17 millones de personas sin experiencia en el uso de servicios financieros recibieron una tarjeta de crédito.

Para muchas personas con deudas de tarjetas “es una verdadera tragedia recibir su pago de nómina a través de una cuenta bancaria”, expuso Ramírez Cuéllar. “La mayoría de empresas paga a sus empleados a través de la banca, una decisión que toman los responsables de las empresas sin considerar, en la mayoría de los casos, la opinión de los trabajadores”, dijo.

Una ley vigente hace posible que un trabajador decida el banco que administrará su cuenta de nómina, instrumento que ha permitido en los últimos años que personas sin historial crediticio reciban financiamiento bancario no sólo en tarjeta de crédito, sino también para la compra de bienes de consumo duradero e incluso para una hipoteca.

Ramírez Cuéllar aseguró que es difícil precisar el número de personas que han tenido experiencias similares a la de Simona Lorenzo. “Sin duda es una situación grave la que está ocurriendo. Hay miles de personas que no pueden pagar la tarjeta porque apenas les alcanza lo que ganan, perdieron algunos ingresos extras que tenían, laboran menos horas o dejaron de recibir algunas bonificaciones. El hecho de que los bancos se apropien del dinero de la nómina para cubrir deudas vencidas en tarjeta deja a miles de familias sin lo necesario para el gasto de la casa”, añadió.
El problema no es nuevo, pero se ha agudizado en los últimos meses, explicó. Incluso, aseguró, los bancos que incurren en esta práctica incumplen un acuerdo entre deudores de la banca y la ABM, concretado en 2008, para impedir los cobros forzados.

La minuta de una reunión celebrada el 11 de marzo de 2008 entre Alfonso Ramírez Cuéllar y Enrique Castillo, entonces presidente de la ABM, señala entre los acuerdos: “evitar el cobro automático de adeudos bancarios que no haya sido expresa y previamente autorizado por el cuentahabiente”. El documento fue proporcionado a La Jornada por el dirigente de El Barzón.

Simona Lorenzo Hernández trabaja en la Secretaría de Obras y Servicios Públicos del Distrito Federal. En abril del año pasado simplemente dejó de pagar las mensualidades de siete tarjetas de crédito (dos de Santander, una de BBVA Bancomer, Banamex, HSBC, Banorte y Scotiabank) en las que acumuló una deuda, hasta entonces, en torno a 300 mil pesos. Por cada plástico debía abonar mensualidades de 5 mil pesos en promedio, “que sólo cubrían los intereses; mi deuda nunca bajaba e incluso subía”.

Simona aseguró que nunca solicitó tarjetas de crédito. Tiene su cuenta de nómina en Santander; ese banco le envió plásticos y luego otras instituciones hicieron lo mismo. “No tengo para pagar, pero no niego la deuda. Es que empeñé mis cosas, pedí prestado y nunca cubría más que los intereses. Ahora ya no tengo nada que empeñar.”

Atrapados por “contrato”

El mes pasado, comentó, un familiar depositó en su cuenta de nómina de Santander 4 mil 500 pesos. Un día después trató de retirar el dinero, pero su saldo estaba en ceros. “Llamé al banco y en el centro de atención telefónica me dijeron que habían tomado el dinero para abonar al mismo Santander una deuda en tarjeta de crédito. Me aseguraron que había un contrato que los autorizaba a quitarme mi dinero.”

Simona no leyó los contratos cuando comenzó a usar las tarjetas de crédito.

Ramírez Cuéllar aseguró que los bancos son corresponsables del alto nivel de endeudamiento de muchos de sus usuarios de tarjetas de crédito por otorgar plásticos a diestra y siniestra sin reparar en la capacidad de pago y experiencia financiera de las personas. Dijo que no se debe perder de vista que el aumento de la cartera vencida entre los usuarios de este instrumento ocurrió hacia 2007 y principios de 2008, lo que relaciona más con el alza de alimentos que ocurrió en ese periodo que con la crisis que estalló en el otoño del año antepasado.
“La crisis de 2008 y 2009 sólo vino a agravar las cosas”, comentó. Hay pocas probabilidades de que se pongan límites legales a prácticas como las que padece Simona, dijo. “Los bancos son un poder oligopólico y tienen capturado al Congreso. Es poco probable que desde esa instancia sean contenidos”, añadió.

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