Sr. Felipe Calderón:
Quizá ni siquiera tendría por qué responder a esta carta porque yo no voté por usted. Sin embargo, no puedo dejar de expresarle la impotencia, desaliento e incertidumbre que su gobierno ha dejado en mí, una ciudadana más de este país que usted tomó en sus manos y ofreció sacar adelante. Para que vivamos mejor, dijo en su campaña.
¿Para que vivamos mejor?, ¿cómo, señor Calderón? Si desde que usted llegó millones de mexicanos han perdido su empleo. Si desde que usted llegó hemos perdido día a día la seguridad. Si desde que usted llegó se ha perdido el mínimo respeto a la vida.
Pero no esa que usted y la derecha llaman desde la concepción; la vida de niños en Sonora y Tamaulipas, de jóvenes en Juárez y Monterrey, de cientos de civiles abatidos por el fuego cruzado o daño colateral de su guerra contra el narcotráfico.
A veces creo que lo mejor es atender la recomendación de Fox: no leer periódicos para ser feliz. No enterarme que se fue a apoyar a la selección a Sudáfrica, mientras aquí su secretario de Gobernación ofende nuestra inteligencia e insiste en que la muerte de dos niños en Tamaulipas fue resultado de un fuego cruzado.
No enterarme que el dinero que llega a manos de quienes gobiernan este país y es resultado de los impuestos que pagan quienes sí trabajan se va por el caño de los procesos electorales.
¿Con qué cara les digo a mis hijos que sean respetuosos y buenos ciudadanos si ni siquiera les puedo garantizar que mañana habrá un país al cual disfrutar y respetar? Tengo miedo, señor Calderón.
Porque no veo una salida a esta vorágine de acontecimientos que su guerra ha destapado. Porque no le creo cuando dice que esta guerra será breve. Llevamos ya cuatro años. ¿Cuánto tiempo más, qué sigue, quién sigue, señor Calderón?
Lourdes González G.
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