martes, 20 de julio de 2010

Sí se puede dar rumbo al país ---Polimnia Romana

Quienes han leído el nuevo libro de Andrés Manuel López Obrador, "La Mafia que se adueñó de México . . . y el 2012", coincidirán con este pequeño fragmento que escribió Carlos Fernández Vega en su columna.

"En tres décadas el saldo de la privatización a ultranza es terrible: desmantelamiento del aparato productivo del Estado; desindustrialización nacional; "crecimiento" promedio anual de 2 por ciento, a duras penas; decreciente generación de empleo formal, con informalidad boyante; desempleo al alza y acelerada expulsión de mano de obra; raquitismo salarial; constante caída del bienestar social y, por ende, avance de la pobreza y la miseria; inseguridad a borbotones y crimen organizado mejor organizado que nunca; transformación de la Presidencia de la República en gerencia de los barones, hinchados de ganancias, con el inquilino de Los Pinos en turno acatando sus directrices; erario y fisco al servicio de los magnates; un aparato de gobierno cada día más costoso e ineficiente; una iniciativa privada, la verdadera, entre la espada y la pared, con alta tasa de mortandad, y, en síntesis, el país más hundido que 30 años atrás, aderezado con impunidad plena y millones de discursos que reivindican el "vamos por el rumbo correcto".

México no va a ningún lado, no tiene rumbo. Para enderezar este gran barco en picada, en el que nos hundiremos todos, es necesario que la ciudadanía participe en la política, que deje de creer lo que los medios repiten mañana, tarde y noche: "todos los políticos son iguales", o lo que es lo mismo, conformémonos con los que están.

Lo curioso es que la gente, en el fondo, sí distingue quién dice la verdad y quién miente, pero no sabe cómo actuar para que el país tenga un rumbo definido que lo saque del estancamiento, la injusticia y la terrible impunidad de los responsables del desastre.

Por eso hay que informarnos y difundir información real entre la gente que nos rodea. Por eso hay que tomar partido, y no me refiero a afiliarse a algún partido político sino definir de qué lado estamos, del lado de la razón y la justicia o del lado cómodo de no hacer ni decir nada.

Ayer escuché a un comentarista afirmar que los electricistas del SME son unos delincuentes porque toman las calles para protestar. ¿Hágame usted el favor? Y por supuesto que no llama delincuentes a Javier Lozano, Calderón y los magistrados de la Suprema Corte que violando la Constitución dejaron a más de 44 mil trabajadores de Luz y Fuerza en la calle, para poder rematar la fibra óptica, propiedad de la nación, ni más ni menos que a Televisa y Telefónica.

Pero, ¿qué sucede si al vecino, al taxista, al compañero de trabajo le explicamos esta maniobra del gobierno para despojar a los trabajadores, y a sus familias, de un salario? Seguramente pensarán dos veces antes de repetir lo que escuchan en la tele, y se cuestionarán si es justa o no la medida.
Para darle rumbo al país necesitamos concretar acciones sencillas que poco a poco ayuden a la gente a tomar conciencia y a recuperar la esperanza.

Ya lo dije en otra columna, la esperanza moviliza y el miedo paraliza. Para el gobierno usurpador y la mafia del dinero la guerra contra el narco ha servido para infundir ese miedo que paraliza a la población, además de que es el pretexto ideal para atribuirle al crimen organizado las desapariciones y muertes de los luchadores sociales, defensores de la tierra, periodistas y todo aquel inconforme con el sistema que empiece a dar lata.

Lo que les resultaría imposible sería matar a todos, encarcelar a todos, desaparecer a todos. Por eso necesitamos luchar unidos y organizados.

El próximo domingo nuevamente estaremos cientos de miles en el Zócalo escuchando el nuevo Proyecto Alternativo de Nación que presentará Andrés Manuel López Obrador para darle un rumbo al país. Si realmente queremos que las cosas cambien tenemos que asistir o al menos estar informados sobre lo que ahí se decida. Habrá millones que no podrán asistir por la distancia o el impedimento que sea, pero los que sí podemos, debemos representar a los ausentes con el grito unánime de ¡SÍ SE PUEDE!

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