Cada día aumenta de tono la abierta confrontación entre los coordinadores parlamentarios del PT y PRD en el Senado. En la bancada petista se dicen indignados, pues tras la petición de licencia de Alejandro González Yáñez, el perredista Carlos Navarrete envió un oficio a Ricardo Monreal para pedirle que el suplente tomara protesta antes de que terminara el periodo de sesiones, o aplicaría la ley. Es decir, si no contaba con cinco senadores —número mínimo para tener un grupo parlamentario—, la bancada tendría que disolverse. Así, el jueves pasado, José Librado González Castro llegó hasta la vieja casona de Xicoténcatl en silla de ruedas y visiblemente enfermo tuvo que rendir protesta. Los petistas tomaron el emplazamiento como una amenaza. Nos cuentan que a Navarrete no le agradó en lo absoluto que Monreal le haya reclamado las formas en la solicitud del gobierno francés para que miembros de la legión extranjera participaran en la conmemoración de la Batalla de Camarón.
Como el asunto parece una pelea de box a 12 rounds, el petista Ricardo Monreal critica que Carlos Navarrete haya aceptado viajar con el presidente Calderón, el 19 y 20 de mayo, a Washington. Asegura que Navarrete comete “un error político” y lo acusa de abonar a una alianza PAN-PRD. Al refrendar su cercanía con Andrés Manuel López Obrador, el ex gobernador de Zacatecas recordó que aún no reconocen a Calderón y que, como miembro del Senado, el Partido del Trabajo no comparte el viaje y, por tanto, Navarrete “no nos representa”. Se especula que será cuestión de horas para que el perredista regrese el golpe.
El malestar en las dirigencias estatales de diversos partidos ha comenzado a empeñar las grandes alianzas opositoras al PRI que han pactado los líderes nacionales del PRD, PAN, PT y Convergencia. Recientemente, perredistas oaxaqueños se le plantaron a Jesús Ortega afuera de la sede nacional del sol azteca, durante casi dos días, para acusarlo de imponer candidatos en aquella entidad. En Acción Nacional, la falta de consensos orilló a César Nava a imponer a su abanderado en Quintana Roo. En Sinaloa, los panistas más duros ven con desdén a Mario López Valdés, Malova. En Hidalgo, los perredistas simpatizan poco con la foxista Xóchitl Gálvez. Las bases, entonces, ponen a prueba las grandes decisiones de las cúpulas.
Apunte final: Las señales apuntan a que en Los Pinos se estableció una nueva estrategia encaminada a cerrar a la prensa algunos de los actos del presidente Felipe Calderón, sin importar cuál sea el motivo del encuentro. Es evidente que algo está pasando en la casa presidencial, y la prueba es la pretendida secrecía con la que se desarrollan algunas de las actividades del mandatario. Incluso su reunión con los integrantes de la Selección Mexicana de futbol, con El Vasco Javier Aguirre al frente, se blindó para que no se conociera el detalle de lo que sucedió en un convivio en los jardines de la residencia oficial. Básicamente se trató de un encuentro social, y ni así abrieron las puertas a los medios de comunicación. El viernes, el presidente Calderón se reunió con algunos de los padres de los niños que murieron de manera trágica en la guardería ABC, de Hermosillo, Sonora. Del diálogo poco se sabe, y si algo trascendió fue por el testimonio de algunos de los familiares de las pequeñas víctimas
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