martes, 4 de mayo de 2010

(((México SA ---Érase que se era un país...Épica visita de Estado...Los 5 del Apocalipsis)))

Carlos Fernández-Vega

El presidente alemán Horst Koehler y el presidente Felipe Calderón, ante la guardia de honor en la ceremonia de bienvenida en BerlínFoto Ap
El Congreso de la Unión debería hacer un extrañamiento al inquilino de Los Pinos, porque en su viaje por Alemania, y al más puro estilo foxista, no ha hecho otra cosa que hablar maravillas de un mítico país (que obviamente no es el habitado por los mexicanos) ubicado en el centro del universo y con un épico gobernante aún más ficticio, al que atribuye capacidades inimaginables. Debería hacerlo, ya no por las penas ajenas que provoca, sino por el voluminoso consumo de recursos públicos con tal de ir a repetir el gastado discurso interno a más de 9 mil kilómetros de distancia.

Andaba muy contento en tierras germánicas, porque sus anfitriones le aguantaron una y otra aventura en el fabuloso país, cuyo gran logro, según les dijo, es que “ya salió de la ruta de deterioro”. En la caja fuerte del inquilino de Los Pinos quedaron las cifras oficiales que advierten sobre la creciente pobreza, la voluminosa deuda social, el abundante desempleo, los salarios raquíticos, la concentración del ingreso y demás espeluznantes indicadores que no tienen otra lectura que el profundo deterioro que acumulan los mexicanos y el nulo interés gubernamental –más allá del discurso– de revertir tal situación.

Érase que se era un país en donde todo era al revés, porque también les habló de la “solidez” de la economía de ese país imaginario, consistencia que la convierte –de acuerdo con su exposición– “en una de las más competitivas” del planeta, e incluso se habla de tú con las que dan cuerpo a la Unión Europea. De hecho –presumió ante los empresarios alemanes– “ya ofrece mejores condiciones que competidores como China, Brasil e India… el país está fuerte, está firme”. Olvidó mencionarles un pequeño detalle: cuando él se instaló en Los Pinos, la economía mexicana ocupaba el escalón número 52 en lo que a competitividad internacional se refiere, y tres años después hizo la hombrada de llevarla al escalón número 60. Tal “olvido” llevó a decir que la economía de su país imaginario “resulta una de las más competitivas, sobre todo en manufacturas a nivel global. Hay varios estudios, por ejemplo, que señalan que México está ganando competitividad”. Dicho sea de paso, Brasil ascendió del escalón número 72 en 2007 al 56 en 2009.

No se detuvo allí, porque, emocionado, aseguró que en su país “otra ventaja que tenemos es nuestra población… joven, muy trabajadora… se están graduando 85 mil ingenieros cada año, cada vez mejor preparados, cada vez mejor capacitados”, lo que “nos da un enorme bono demográfico”. En cambio, en el México real alrededor de 50 por ciento de la población es pobre, cerca de 8 millones de jóvenes no estudian ni trabajan, anualmente miles y miles son rechazados de las instituciones de educación superior porque no hay cupo ni presupuesto para atenderlos, y para ellos el narco se mantiene como un centro de atracción.

En el México real, un país de jóvenes y de muy jóvenes, suceden otras cosas que ni por aproximación aparecieron registradas en el discurso del inquilino de Los Pinos durante su más reciente periplo. Por ejemplo, días atrás el Coneval informó que “se estima que en 2008 (antes de la crisis) 20.8 millones de niñas y de niños menores de 18 años, 19.5 por ciento de total de la población del país, se encontraban en pobreza multidimensional. De los 20.8 millones de infantes en pobreza multidimensional en 2008, 5.1 millones se encontraban en pobreza multidimensional extrema. Adicionalmente, 11.2 millones de niñas y niños eran vulnerables por carencias sociales, y 1.8 millones eran vulnerables por ingreso. En el mismo año, el total de menores que no eran considerados pobres multidimensionales ni vulnerables por ingresos o por carencias eran 5.2 millones. El número promedio de carencias de las niñas y los niños menores de 18 años que en 2008 se encontraban en pobreza multidimensional era 2.6, y se clasificaban de la siguiente manera: 10.5 por ciento tenían rezago educativo; 40.8 por ciento no tenían acceso a los servicios de salud; 73.6 por ciento no tenían acceso a la seguridad social; 22.8 por ciento tenían carencia en la calidad y en los espacios en la vivienda; 22.8 por ciento no tenían acceso a los servicios básicos en la vivienda, y 25 por ciento no tenían acceso a la alimentación”.
El Coneval aporta más detalles del México real: “si se toma en cuenta que el artículo primero de la Convención sobre los Derechos del Niño considera como infante a todo ser humano menor de 18 años de edad, y que el DIF utiliza una clasificación más desagregada, es decir, considera a un infante como una persona menor de cinco años; a las niñas y a los niños como personas entre 6 y 11 años de edad, y como adolescentes a las personas entre 12 y 17 años, de los 20.8 millones de niñas y de niños menores de 18 años en pobreza multidimensional en 2008, 6.6 millones eran niñas y niños de 0 a 5 años; 7.6 millones eran niñas y niños de 6 a 11 años, y 6.6 millones eran adolescentes de 12 a 17 años. A nivel estatal, las entidades que concentraban el mayor porcentaje de niñas y niños menores de 18 años en pobreza multidimensional eran las siguientes: Chiapas con 82.9 por ciento; Guerrero con 76 por ciento; Puebla con 71.6 por ciento; Oaxaca con 68.8 por ciento, y Tlaxcala con 66.1 por ciento”.

Y llegó al punto que más lo entusiasma (siempre se respeta la sintaxis original): “están por confirmarme, pero estamos esperando que el dato de empleo hasta el mes de abril en México, los cuatro primeros meses, fue de 380 mil nuevos empleos formales en términos netos, que es el mayor crecimiento de empleo en 10 años para un cuatrimestre”. Feliz, Calderón dejó fuera del discurso que en su primer trienio debieron generarse entre 3.5 y 4 millones de empleos formales, aunque en los hechos, y en el mejor de los casos, no pasaron de representar el 10 por ciento de la demanda real –la mayoría eventual–, con todo y dato cuatrimestral.

Ahora que si de “bono demográfico” se trata, va la estadística del Inegi: cuando Calderón se aposentó en Los Pinos, cerca de 950 mil mexicanos entre 14 y 29 años se encontraban en el desempleo abierto; tres años después, sumaban un millón 360 mil, es decir, un aumento de 43 por ciento en el periodo. Lo anterior, claro está, en el México real.

Las rebanadas del pastel

El inquilino de Los Pinos no miente cuando asegura que México sorteó “no cuatro, sino cinco jinetes del Apocalipsis”. Pues sí, a pesar de los destrozos y las barbaridades cometidas, el voraz quinteto (De la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox y el propio Calderón) todavía no acaba con el país, aunque poco le falta.

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