martes, 26 de octubre de 2010

Ciudad Perdida-- Al IEDF no le importaron las elecciones del domingo-- El proceso revelará fuerza de tribus-- ¿Quién o quiénes metieron las manos?-- M

Decir que sólo fue un fracaso sería tanto como minimizar la tragedia. Y ante la falta de un calificativo que exprese con certeza la ruina electoral del domingo pasado, más vale considerar los hechos que marcan el desaguisado.

Los habitantes del Distrito Federal, la mayoría, para empezar, no sabían que habría elecciones vecinales. Muy pocos estaban enterados de las reglas que enmarcaban la elección. Desconocían, por tanto, dónde había que votar, por quién sufragar y, peor, cuáles serán las funciones que tendrán los organismos electos que representarán cada una de las colonias que participaron en los comicios.

Por alguna razón desconocida hasta ahora, la información que debió animar la elección, si no fue nula, sí muy escasa. Los organismos creados para dar certeza a ese tipo de justas, con el conteo puntual de los sufragios y para construir la mayor de las convocatorias en torno de la elección, simplemente no funcionó.

¿Por qué? Resulta obvio que a las autoridades comiciales, principalmente al Instituto Electoral del DF, no les importaba este proceso. O peor, se buscó inhibir, por falta de información, la participación ciudadana, porque a alguien no le convenía que se construyera un aparato político de las dimensiones y la fuerza que puede tener un movimiento vecinal organizado.

Se dejó entonces a las tribus perredistas disputarse el control de lo que serán los comités de habitantes de cada colonia; es decir, se les dejó crear redes de protección electoral, que servirán sin duda para las elecciones de 2012.

Así las cosas, la recomposición del mapa político de la ciudad nos hablará ahora de la fuerza de alguna de esas tribus, que tendrán bajo su control una serie de decisiones que afectarán política y económicamente cientos de colonias de la ciudad de México.

Es sorprendente por eso mismo que en 75 colonias del DF no hubiera elecciones, porque no hubo quienes se postularan. En esos lugares no hubo trabajo de las tribus y tampoco de los partidos políticos. La gente ni se enteró de lo que políticamente sucedió ese domingo. La delegación con menos participación fue Tlalpan. Allí, en 25 colonias no hubo elecciones. Después se colocó Álvaro Obregón, que no realizó comicios en 18. Inmediatamente después estuvo la Miguel Hidalgo, donde en 13 tampoco hubo jornada electoral. Y aunque parezca increíble, en ocho de Iztapalapa no se eligió grupo de representantes.

Total, en 10 de las 16 delegaciones hubo colonias que no tuvieron participación. Por ello decir que la elección fue un fracaso sería, como dijimos, minimizar la tragedia. El asunto, ahora, es saber qué va a pasar en esas colonias. Las autoridades deberán decir qué es lo que sucederá y quién o quiénes serán los que servirán de intermediarios con el Gobierno del DF para que las necesidades de las colonias se resuelvan. Trabajo que sería lo más importante de los organismos electos. Y si ya se dijo, se tendrá que repetir para que todo quede claro.

Y también que se transparente, para que nadie se sienta engañado, quién o quiénes metieron las manos, y a quiénes responderán los vecinos electos el domingo pasado. En caso contrario, además del fracaso, se tendrá que añadir el calificativo de engaño. Fracaso y engaño, buena fórmula para la decepción. Ni modo.

De pasadita

Para seguir de buen humor, después de la carcajada que suscitó la ambición del senador Carlos Navarrete de convertirse en jefe de Gobierno de esta ciudad, ahora habrá que doblarse de la risa. Se trata de Porfirio Muñoz Ledo, quien anda ofreciéndose de tribu en tribu como la solución a los problemas para decidir quién va a la candidatura del PRD para la capital. A todos les dice, más o menos, que si hace falta alguien ahí está él.

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