No es la primera vez que el ex funcionario se refiere al tema. Tampoco descubrió el hilo negro, aunque cierto es que nunca fue tan contundente cuando ejercía desde el otro lado del escritorio en puestos de primerísimo nivel en la administración pública federal. Se trata de Guillermo Ortiz Martínez (ex subsecretario y secretario de Hacienda, con Salinas y Zedillo, respectivamente, y ex gobernador del Banco de México en el sexenio de Fox y en la primera mitad del calderonato), quien en un foro empresarial soltó un concepto lapidario que resume lo bien que en esta nación se ha administrado la abundancia (JLP dixit): “lo que hemos hecho en el tema energético es inconcebible… La riqueza petrolera del país ha sido desaprovechada para generar crecimiento económico”.
Tal vez ahora se siente con mayor libertad para disparar obuses de ese calibre por vivir la vida loca de la iniciativa privada y formar parte de los consejos de administración de algunos grandes consorcios como Asur y Vitro, pero de cualquier suerte su diagnóstico sobre el deprimente manejo de los voluminosos dineros provenientes de la exportación petrolera es inobjetable: miles y miles de millones de pesos desperdiciados, derrochados, tirados al caño, no por uno, sino por muchos gobiernos de la República, entre ellos el zedillista, aunque sin lugar a dudas la estrellita dorada en la frente se la han llevado los dos panistas.
Qué bueno que Guillermo Ortiz retome el asunto, que lo subraye, que lo denuncie en foros y conferencias, aunque de inmediato surge la duda: consciente del problema, por qué como secretario de Hacienda en el zedillato no tomó cartas en el asunto y corrigió desviaciones y excesos. De hecho, estaba obligado a ello por ser cabeza, en aquel entonces, de la institución pública que exprimía permanentemente, por la vía fiscal, a la empresa estatal más importante del país. En lugar de encontrar alternativas recaudatorias (cobrar impuestos al gran capital, por ejemplo) que permitieran e impulsaran el desarrollo, la inversión y la modernización de Petróleos Mexicanos y evitaran su creciente endeudamiento para cubrir lo que Hacienda se llevaba, este personaje apretó las tuercas. Si lo sabía, como es constatable que lo sabía, ¿por qué no actuó en consecuencia?
¿Qué sucedió? Guillermo Ortiz pertenece al fundamentalista grupo privatizador de los bienes de la nación, y muy amigo de los rescates privados con fondos públicos. Es de los fervientes creyentes de que la dupla mercado-capital privado (el foráneo, especialmente) todo lo corrige, lo perfecciona y lo resuelve en automático (y así está el país 30 años después). Ello explicaría por qué no movió un dedo como secretario de Hacienda para corregir el saqueo a Petróleos Mexicanos y el sano cuan productivo aprovechamiento de los recursos petroleros, porque desde tiempos de Miguel de la Madrid la única práctica de los gobiernos neoliberales ha sido doblegar a Pemex por la vía de los hechos (saqueo institucionalizado y asfixia financiera) como parte de la estrategia de adelgazamiento del Estado. Mucho han avanzado, pero falta.
Sin duda, Ortiz, amén de perverso, es un hombre consistente, de ideas fijas, pues a pesar de los espeluznantes destrozos causados por el grupo al que pertenece insiste en la privatización de Petróleos Mexicanos. Tras lanzar el referido obús (“lo que hemos hecho en el tema energético es inconcebible… La riqueza petrolera del país ha sido desaprovechada para generar crecimiento económico”), ofreció el remedio: hay que romper tabúes para deshacernos de la adicción fiscal que existe respecto del petróleo, ergo, hay que entregar la empresa estatal al capital privado, porque si en algo nos podemos enfocar y dar rápido la vuelta al país es precisamente en el tema energético: tenemos todos los elementos para realmente hacer una política racional en este renglón.
Allá por febrero de 2005, con el simpático y resultón de Vicente Fox en Los Pinos, Guillermo Ortiz, a la sazón gobernador del Banco de México, advirtió ante senadores de la República que al menos 90 de cada 100 pesos de los ingresos extraordinarios que obtuvo el gobierno federal en los últimos cinco años por la exportación de petróleo, se han ido a gasto corriente. En otras naciones productoras de crudo la bonanza de precios petroleros fue utilizada para fortalecer la posición fiscal, mientras México cayó en un juego muy peligroso de crear necesidades de gasto sustentadas en una fuente inestable de recursos (La Jornada).
De acuerdo con la cifras de la institución a su cargo, entre 2001 y 2005 se obtuvieron excedentes petroleros equivalentes a 4 por ciento del producto interno bruto, unos 32 mil millones de dólares al valor actual, y de ellos más de 90 por ciento se han ido a financiar gasto corriente del gobierno, en lugar de, por ejemplo, utilizarlos “para liquidar deuda externa o pagar los Pidiregas de Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad… Ese sería un uso racional, (porque) se abre un espacio presupuestario permanente, al reducir el costo financiero del gobierno por un menor pago de intereses… Pagar deuda no es cosa de ortodoxia o excesivo conservadurismo; es un asunto de números, de cómo se usa el dinero. No sé por qué no lo hacemos”.
Años más adelante, la Auditoría Superior de la Federación afirmó que en el sexenio de Vicente Fox y en los dos primeros años de Felipe Calderón los gobiernos del Partido Acción Nacional obtuvieron ingresos extraordinarios por un billón 281 mil 902.7 millones de pesos –la mitad por excedentes petroleros–, que fueron dilapidados casi en su totalidad en gasto corriente de la burocracia panista, y de los estados y municipios. De 2003 a 2008, 71.8 por ciento de esos excedentes se dedicó a ampliaciones presupuestales para dependencias federales y de los estados, que se destinaron principalmente al gasto corriente, informó la ASF a la Cámara de Diputados (La Jornada).
Entonces Ortiz está en lo cierto, aunque nada hizo para corregir, porque lo único que tiene en mente es la privatización de Pemex.
Las rebanadas del pastel
La cara dura, ante todo: panacea, y no otra cosa, es lo que 16 años atrás prometió Carlos Salinas de Gortari con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. El primer mundo le quedaría pequeñito a México, según su tesis de aquellos tiempos. Sin embargo, a estas alturas el redivivo dice que no, que el TLCAN es un simple utensilio, que ha jodido a medio México, pero utensilio al fin.
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