Circuló ayer una buena noticia (cuando menos así la presentaron) para quienes habitan este heroico país: que el desempleo va a la baja y que en septiembre de 2010 la respectiva tasa oficial se redujo, para beneplácito de todos y como signo inequívoco de que vamos por el rumbo correcto (Calderón dixit). ¡Qué bueno!, pero ¿en serio descendió? ¿Es real que un número menor de mexicanos se encuentra en tan delicada circunstancia?
Pues bien, todo depende de cómo se quiera ver la cosa, porque en este 2010 de la recuperación y del empleo histórico (Calderón, Lozano y Cordero dixit) la tasa oficial de desocupación abierta se ha incrementado casi un punto porcentual, lo que en castellano simple quiere decir que de enero a septiembre del presente año alrededor de 300 mil mexicanos adicionales fueron obligadamente incorporados al ejército de reserva, con todo y las buenas noticias que fluyen del micrófono oficial.
Ayer, el Inegi divulgó los resultados de su más reciente Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), correspondiente a septiembre de 2010, los cuales revelan que en el noveno mes del presente año la desocupación abierta, según cifras oficiales, afectó al 5.7 por ciento de la población económicamente activa (PEA), mientras que doce meses atrás ese indicador alcanzó 6.41 por ciento. Esta es la buena noticia, o así la presenta el referido Instituto, porque dicha reducción equivaldría a cerca de 300 mil desempleados menos.
El problema comienza cuando se conoce que la tasa oficial de desocupación abierta arrancó 2010 en 4.8 por ciento de la PEA (equivalente a alrededor de 2 millones 250 mil desempleados), pero en septiembre del mismo año dicho indicador había crecido a 5.7 por ciento (2 millones 700 mil desempleados), con todo y que los jilgueros de Felipe Calderón (Javier Lozano y Ernesto Cordero) recién presumieron cifras históricas en generación de puestos de trabajo en el sector formal de la economía (721 mil 483, de lo que se infiere que muchas de las plazas laborales presentadas como nuevas y con nombre y apellido, en realidad ya existían, aunque sin registro en el IMSS). De hecho, la tasa de desocupación de septiembre (5.7 por ciento) resultó mayor a la de agosto (5.44), con lo que la buena noticia se desdibuja y resulta que no lo es tanto.
Entonces, la tasa de desocupación abierta sí se redujo (0.71 puntos porcentuales, o, si se prefiere, 11 por ciento) de septiembre de 2009 a igual mes de 2010; sin embargo, en este año de la recuperación, el rumbo correcto y el empleo histórico, el mismo indicador se ha incrementado 0.9 puntos porcentuales, equivalente a un crecimiento de 19 por ciento, de tal suerte que el balance se mantiene negativo. En la Secretaría del Trabajo harán berrinche y dirán que no, que no es cierto, porque el comparativo correcto es el anual, pero aun así las cuentas son rotundamente contrarias al virtuoso presidente del empleo, que también lo es de tantas otras cosas, con los resultados ya conocidos y padecidos por los mexicanos.
Por lo anterior, vale el recuento desde el inicio. Cuando (supuestamente) arrancó el sexenio calderonista, el 1 de diciembre de 2006, la tasa oficial de desempleo abierto (Inegi) afectaba al 3.58 por ciento de la población económicamente activa (equivalente a poco más de un millón 600 mil mexicanos); cuarenta y seis meses después (septiembre de 2010), ese mismo indicador se había incrementado a 5.7 por ciento de la PEA (alrededor de 2 millones 700 mil paisanos en el ejército de reserva). Entre una fecha y otra, el citado indicador reporta un crecimiento de 2.14 puntos porcentuales (es decir, 60 por ciento de aumento) y un millón 100 mil paisanos sin chamba, de tal forma que la buena noticia de coyuntura se transforma en desastrosa realidad sexenal.
De septiembre de 2006 a igual mes de 2010 dicho indicador creció de 3.98 a 5.7 por ciento de la PEA, de tal suerte que durante el calderonato alrededor de 6 mexicanos por minuto han engrosado las filas del desempleo. Y para un mismo mes, la de septiembre de 2010 resulta la segunda mayor tasa oficial de desempleo desde que el Inegi puso en marcha (2005) la nueva encuesta de medición de ocupación y empleo. Por donde se vea, pues, en materia de empleo de ninguna manera vamos por el rumbo correcto (Calderón dixit). En cambio, ante el problema el gobierno federal si lo ve, se va de la lado y se agacha (ídem).
En vía de mientras, en su referido reporte el Inegi señala que en septiembre pasado el 66.4 por ciento de los ocupados en el país opera como trabajador subordinado y remunerado; los patrones o empleadores representan el 4.6 por ciento; 22.6 por ciento labora de manera independiente o por su cuenta sin contratar empleados; y 6.4 por ciento se desempeña en los negocios o en las parcelas familiares, contribuyendo de manera directa a los procesos productivos pero sin ingreso. La población ocupada por sector de actividad se distribuyó de la siguiente manera: en los servicios y el comercio 63.7 por ciento del total (43.6 y 20.1, respectivamente); en la industria manufacturera 15.5; en las actividades agropecuarias 12.; en la construcción 7.2; en otras actividades económicas (que incluyen la minería, electricidad, agua y suministro de gas) 0.7, y el 0.6 restante no especificó su actividad.
Por lo que toca a la población desocupada, el INEGI precisó que en septiembre de 2010, el 29 por ciento de los mexicanos en tan lamentable circunstancia no completó los estudios de secundaria, en tanto que los de mayor nivel de instrucción representaron al 71 por ciento. En este último renglón, las proporciones entre los subocupados son de 44.7 y 55.3 por ciento, respectivamente. Para redondear, las entidades con mayores tasas de desocupación fueron las siguientes: Tabasco, 8.23 por ciento; Sonora, 8.2; Tamaulipas, 7.7; Tlaxcala, 7.59; Coahuila, 7.58; Chihuahua, 7.36; estado de México, 7.29; Nuevo León, 6.86; y Distrito Federal, 6.85.
Las rebanadas del pastel
Por si alguien no se había dado cuenta, el secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, también es nini (como Alonso Lujambio, el de Educación, y el calderonato en su conjunto), porque ni cumple lo prometido ni resuelve la bronca: a principios de septiembre aseguró que el próximo diciembre Mexicana de Aviación volaría nuevamente; a finales de octubre informa que es inminente la quiebra de la aerolínea. Eso sí, los únicos que permanece en el aire son los 8 mil trabajadores de las alas de México.
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