Carlos Salinas de Gortari además de haber declarado que no tuvo nada que ver con los asesinatos de Luis Donaldo Colosio, candidato a la presidencia durante su período, y José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del PRI en 1994, rechazó siempre que el petróleo mexicano hubiera estado sobre la mesa en el proceso de negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en el que participarían Estados Unidos, Canadá y México.
Sin embargo, John Dimitri Negroponte, entonces embajador de Washington, reveló el martes pasado que él fue testigo del ofrecimiento que hiciera Carlos Salinas al Presidente de Estados Unidos, George Bush padre, de abrir la industria petrolera mexicana a la inversión extranjera. La pregunta es, ¿a quién le mintió Carlos Salinas, a George Bush o a los mexicanos? Lo cierto es que la clase política ligada a Salinas no quita el dedo del rengón sobre la privatización de PEMEX y tarta por todos los medios posibles de entregar nuestro petróleo a inversionistas extranjeros, es más, esa ha sido una tarea fundamental de los legisladores priístas y panistas, con honrosas y escasas excepciones.
Salinas es un mentiroso, llegó al poder mediante un fraude, se enriqueció junto con familiares y amigos de manera escandalosa, puso a la venta la industria nacional y, lo más costoso para el pueblo y para el país, ha conformado una camarilla de políticos y funcionarios que siguen trabajando, desde las instituciones, a favor de los perversos planes salinistas. Esto no lo reveló John Dimitri Negroponte, esto es una percepción colectiva de los mexicanos que padecemos los estragos de la política económica implantada por Salinas y continuada por los panistas.
El TLCAN se firmó en noviembre de 1993. Pasaron 17 años para que la verdad saliera a la luz, porque es obvio que quien dice la verdad es Negroponte y no Salinas. ¿Cuántos años más estamos dispuestos a esperar a que salgan a la luz las infamias de Carlos Salinas, que marcaron a México y sembraron un terrible antecedente de corrupción e impunidad?
¿Por qué no nos atrevemos a marcar un límite, a decir ¡BASTA!, y a unirnos al único Proyecto de Nación que nos asegura un cambio real? Peña Nieto es la encarnación de Salinas y cualquier panista que se postule a la Presidencia en 2012 será la encarnación de Calderón porque él lo impondrá para salvar el pellejo.
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