viernes, 29 de octubre de 2010

Vitral | Javier Solórzano Mazazos


Sin tremendismos la semana no pudo ser peor. Nos dicen desde el exterior que somos más corruptos, menos democráticos y menos prósperos. Sumemos la ola de violencia que se ha desatado, la cual tiene como protagonista a los jóvenes. No es fácil ver la cara amable de las cosas. La petición de dar “buenas noticias” no es desechable, la cuestión es cómo hacerle.
La violencia en Tijuana, Juárez, Tepic y la colonia Morelos en el DF, es producto de un todo. No son hechos aislados. La violencia se va generalizando. Los jóvenes han entrado en el terreno en que son víctimas o victimarios. Lo de Juárez ratifica el fracaso de “Todos Somos Juárez”. No hay personaje del gobierno federal que sea “bienvenido” en la ciudad, de no ser que llegue con operativos de seguridad. No se trata de suponer que todo se resuelve con parques, canchas de futbol o plazas públicas. Hoy, difícilmente hay vida pública en Juárez. El problema está en la estructura social, lo que deriva en que los jóvenes en Juárez estén y se sienten abandonados sin salidas a sus sueños o esperanzas.
Por más que han tratado de integrarse y hacer algo por su comunidad no han podido conseguir nada, se vive bajo el miedo. Después de la matanza en Villas de Salvárcar, no ha cambiado casi nada. El ataque al camión de trabajadoras de las maquiladoras confirma la situación. El diagnóstico del gobierno federal y local sobre Juárez es equivocado y está terminando por ser peligroso.
Juárez parecía ser el gran foco rojo de la violencia y los miedos. Pero, esta semana aparecieron brutalmente Tepic, Tijuana y el DF. El narco, en todas su dimensiones, ya trastocó las raíces de la sociedad mexicana. No tiene sentido generalizar, pero es evidente que entre los hechos y la percepción que tenemos de lo que pasa, estamos entrando en algo que podríamos llamar una “nueva realidad”. Construimos la mirada de las cosas no sólo por lo que se supone que es, sino por lo que percibimos, lo cual genera reacciones, estados de ánimo, actitudes y la toma de decisiones que determinan nuestros actos.
En una semana tortuosa en donde parece que pasó todo, lo más grave es cómo los jóvenes son masacrados en medio de impunidad. Los políticos se escudan en frases como “ajuste de cuentas”, “primero son las instituciones”, “asuntos personales”, “daños colaterales”, “riesgos de la efectiva lucha contra del narcotráfico”, para justificar su incapacidad. En una semana en que nos dieron de mazazos, quizá las autoridades puedan darse cuenta en la que estamos metidos, particularmente con el desazón en que andan los jóvenes.
¡OOOUUCHCH! Fue un problema que el joven reconociera sus problemas con el alcohol. Ya que lo hizo, se vino otro problema: que aceptará internarse en una clínica. Su familia hizo un esfuerzo para convencerlo y pagar el tratamiento. Tenían buenas referencias sobre la clínica, la misma que en el absurdo llamaron “clandestina”. Tenía dos semanas, “iba avanzando” hasta que fue uno de los masacrados el fin de semana en Tijuana. Abrazos.

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