martes, 26 de octubre de 2010

Serpientes y Escaleras | Salvador García Soto-- El norte también existe


“El Norte es el que ordena”, escribió alguna vez Mario Benedetti, y durante mucho tiempo en México se creyó también en la existencia de un “norte privilegiado”. Sobre un sur pobre y atrasado, se veía a un norte pujante, industrial, orgulloso y trabajador que, por su cercanía con la frontera, imitaba fielmente el american way of life y captaba inversiones, desarrollaba tecnología, apuntalaba el empleo con la maquila; era, en México, el lugar de atracción a donde llegaban los sureños a buscar la vida.
Hoy mucho de eso ha cambiado. En el sexenio de Calderón, y ya desde los últimos años del foxismo, las fronteras norteñas y con ellas casi todas las ciudades importantes de esa región, se volvieron punto de conflicto y zona de combate entre cárteles y el gobierno. Monterrey, Saltillo, Reynosa, Torreón, Tijuana, Ciudad Juárez, Chihuahua, Ciudad Victoria, todas símbolo de bonanza y desarrollo, han trastocado la vida de sus habitantes que viven los estragos de la violencia.
Masacres, ejecuciones, tiroteos, narcobloqueos, narcomantas, secuestros, extorsiones, palabras que pueblan el lenguaje habitual y las conversaciones de los norteños de México. El miedo a ser víctima de la lucha contra los narcos, ya sea por quedar en fuego cruzado, ser levantado o ser baleado en un retén militar, es un sentimiento común en la que era la región “más segura de México”.
La vida nocturna está casi muerta en la mayoría de las ciudades del norte; restaurantes quiebran y cierran por falta de clientes, empresas reportan pérdidas por la inseguridad. Y en lo que solían ser ciudades vivas y bulliciosas, hoy —apenas oscurece— se quedan desiertas. Los transeúntes apuran el paso como huyendo de algo.
El terror a secuestros y extorsiones es algo con lo que han aprendido a vivir muchos norteños; los que no tienen dinero para emigrar a EU, a San Antonio, MaCallen, Houston o Bronsville, refugio de decenas, cientos de familias que huyeron de la violencia.
Lo que no pudo hacer el semidesierto y la escasez de recursos contra estos mexicanos que construyeron emporios industriales y económicos, lo está logrando una guerra que, si bien no mata el legendario espíritu norteño, si siembra dolor, desánimo y desesperanza en una región que pierde vida.
NOTAS INDISCRETAS… Mientras promueve su imagen en Madrid, a Marcelo Ebrard podría estallarle acá un caso de desacato judicial contra su administración. El gobierno del DF es acusado por un particular, Grupo MR, de apropiarse ilegalmente del predio en Eje Central 59, en el centro, para instalar ahí la plaza de comercio “Guillermina Rico”, donde reubicó a vendedores ambulantes del centro. Marcelo, junto con su secretario José Ángel Avila y un subsecretario, son acusados de autorizar la ocupación del predio, propiedad de Grupo MR, según escritura 122,563 del 22 de agosto de 1979. El particular interpuso un juicio de amparo contra el GDF, que respondió negando la existencia de los actos reclamados, pero un Tribunal Colegiado de Circuito resolvió el juicio de Revisión 150/2009, dio la razón al particular y ordenó al gobierno de Ebrard devolver “desocupado y limpio” el predio. El jefe de Gobierno no ha acatado ese fallo y los particulares amenazan con acusarlo de desacato ante la Suprema Corte. ¿Cómo sacará Marcelo del predio a las huestes de la extinta lideresa Rico, hoy comandadas por Rafael Tarín? Se detienen los dados. Apostamos por Escalera.

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