Al iniciar el otoño vale hacer un alto en el camino y ver cómo nos ha ido y dónde estamos. Tras las fiestas del bicentenario, el episodio que sigue es el desenlace de Calderón, al que le quedan 25 meses agónicos. Es cada vez más evidente que su gobierno está determinado por la voluntad de la oligarquía. Va en dirección contraria al consenso mundial. Su debilidad impulsa a los partidos a alinearse frente a 2012. ¿Qué está bien? El clima. Sigue siendo maravilloso, sobre todo en el altiplano. Se ha iniciado un otoño luminoso y tibio. Si los neoliberales pudieran ya habrían vendido el clima a una trasnacional.
Ha empeorado la violencia y la inseguridad. No podemos compartir el optimismo tragicómico del secretario Blake, para quien las últimas matanzas son evidencia de que la estrategia oficial es correcta. El gobierno perdió la guerra, no sólo en términos militares, sino políticos. Se ha destruido el prestigio del Ejército y de la policía, y aumentado el intervencionismo cada vez más profundo.
Ha empeorado la economía. No puede ocultarse el deterioro en la vida cotidiana en los negocios medianos y pequeños. El verdadero desempleo es mayor al 20 por ciento de la fuerza laboral. Los órganos empresariales denuncian la desaceleración y todos temen que crezca el año próximo.
Han empeorado la política y las instituciones. Se hace patente la contradicción entre los monopolios que imponen una política económica sin crecimiento y con concentración y los verdaderos productores que compiten y pagan impuestos en condiciones cada vez más injustas. Por lo que toca a los partidos, los tres grandes tienen problemas y rupturas internas. Parece inevitable una crisis electoral peor que la de 2006. Sin embargo, los partidos pelean cuotas en el IFE. Este instituto y el Trife están desprestigiados. Si no hay árbitro confiable ¿cómo podrá irse a un litigio tan complicado?
Por donde se vea las cosas han empeorado en los meses pluviosos. Sorprende que la población no exprese su rabia y que los grupos ciudadanos e intelectuales no se manifiesten abierta y orgánicamente contra el curso que lleva el país. Quizás la capacidad de los medios electrónicos para apaciguar conciencias y confundir a la opinión pública los inmovilice. La gente no ve salida y en su desesperación prefiere deprimirse y esperar. Aunque no todos. Va a acelerarse la oposición, podemos estar seguros. Un síntoma es el crecimiento exponencial de los comités obradoristas en todo el país. El movimiento es la única alternativa y, pronto, para millones será la única esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario