Federico Arreola
19 de Junio, 2010 - 16:05 | 138 comentarios 46
Envía.Carlos Monsiváis. Qué escritor. Qué personaje. Su muerte rápidamente ha ocupado espacios en las principales web de noticias del mundo. Todas destacan lo más sobresaliente de su biografía: "Indispensable analista de la vida nacional", como se lee en El País, de España.
En la página de internet de ese importante diario español, sin duda el más influyente en nuestra lengua, la noticia del deceso de Carlos Monsiváis es la principal. Por encima incluso de la información sobre la muerte, apenas ayer, del Nobel de literatura portugués José Saramago.
Comprometido como pocos, talentoso como el que más, Monsiváis defendió las mejores causas de México, sin duda desde la izquierda. Hizo lo correcto porque invariablemente actuó con honradez. Llegué a verlo pronunciar discursos en los mítines de Andrés Manuel López Obrador, en cuyo proyecto político creía pero al que también, al fin un intelectual independiente, no dejaba de criticar.
Sencillo, amable, las pocas veces que lo traté siempre estuvo Monsiváis de buen humor. Fue un gran hombre, sin duda. Por eso, se le va a extrañar, y mucho. Hará falta.
No hablaré en este momento, apenas unas horas después de su fallecimiento, de la obra de Monsiváis. Sobrarán expertos que lo hagan. Solo me ha interesado subrayar ahora su total identificación con México y lo mexicano.
He leído por ahí que no es posible entender a México sin Monsiváis. Es cierto, claro que sí. Pero la expresión inversa es también absolutamente verdadera: no es posible entender a Monsiváis sin México.
Es que, pareciera que Carlos Monsiváis nació con la única misión de juzgar a su país: su cultura, su gente, sus vicios y a veces también sus virtudes, que por lo visto en los últimos años cada día son menos.
Creo que Monsiváis entendía mejor que nadie al México actual. Hasta podría decirse que, tal vez, el fallecido cronista era el único mexicano que realmente sabía qué diablos pasaba en nuestra nación permanentemente en crisis.
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