El gobierno de facto calderonista, ya de plano a la deriva, y aun ante el desastre que vive el país agravado por las inundaciones sin precedente en varios estados, está buscando acelerar los tiempos electorales y se ha lanzado a una precampaña adelantada que no hace sino agravar el crítico escenario.
1. Mientras el desastre en todos los órdenes se agrava en México, el gobierno calderonista está empeñado en anteponer en todos los órdenes sus ambiciones por perpetuarse en 2012, y así está aconteciendo con la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos, con el apoyo a los damnificados de los siniestros, con las concesiones de la SCT para servicios de telecomunicaciones, con su lucha contra el SME y la clase trabajadora, o con los recursos petroleros entregados cada vez más ilegalmente a las trasnacionales. De ahí que ante el hecho de que el PRI halla pintado su raya, a Calderón le sea cada vez más importante su alianza con la cúpula del PRD.
2. La actual dirigencia perredista no oculta ya a su vez que el objetivo fundamental de su alianza con el gobierno panista es el de tener una convergencia común en 2012, a fin de mantener las actuales estructuras de poder en México: en primer lugar tratando de ayudar a Calderón a cerrarle el camino a Andrés Manuel López Obrador, como hace seis años lo hicieran Fox y Salinas, en particular porque tras el trabajo de organización sin precedente que éste ha realizado a lo largo de los últimos cuatro años, aparece una vez más como el candidato a vencer, y luego contribuyendo con el grupo calderonista a tratar de frenar al que será el casi seguro abanderado del PRI, el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto, todo ello con la pretensión de que las fuerzas tricolores se subordinen a la pretensión de Calderón de que la silla presidencial siga siendo para un panista, y de que le reconozcan el derecho no escrito de poder decidir quién va a ser su sucesor, como era el caso en los años del PRI.
3. El senador perredista Carlos Navarrete, quien pretendía en el pasado que las alianzas electorales PAN-PRD tenían como objetivo terminar con los caciquismos locales en México (y de paso fortalecer el presidencialismo), ahora se está lanzando de manera más abierta como sus compañeros chuchos contra López Obrador, y no niega ya que dichas alianzas sean también contra el PRI. Si no se someten los perredistas al PAN, advirtió trémulo el miércoles 29 en El Noticiero de Televisa, nada podrá impedir ya el triunfo del PRI en el estado de México el año que viene, y que se tienda desde ahora una alfombra roja desde Atlacomulco hasta Los Pinos para 2012.
4. La historia tiene, como se sabe, sus repeticiones, y el hecho de que Felipe Calderón, aún habiendo llegado a Los Pinos por la vía fraudulenta quiera ahora, tras su fracaso estrepitoso en el cargo, imponerle al país un sucesor, como en la que se creía época de oro del PRI, le da ahora al escenario político mexicano los tintes de una farsa, si no es porque todo esto acontece cuando se agrava en México un escenario de crisis económica y social pocas veces visto.
5. El grupo calderonista, valido del respaldo absoluto de la jerarquía católica, del que cree es el aval de las fuerzas armadas a seguir seis años más con la llamada guerra contra el narcotráfico, de la que supone va a ser en 2012 una sumisión al gobierno panista de Televisa y Tv Azteca tras las nuevas concesiones y del guiño aprobatorio a sus ambiciones de unos cuantos seudoempresarios favorecidos por el tráfico de influencias, se ha lanzado, impulsado por sus consejeros del PP español e ignorando al pueblo, a una serie de manipulaciones político-electorales: en el PAN, desaparecido Diego, buscando someter a Fox y Espino; en el PRI, intentando acabar con Peña Nieto antes de 2011; en el PRD, acabándolo como una alternativa política; frente a López Obrador, tratando de cerrarle la vía para que pueda ser candidato.
6. Y como si fuera la cereza en el pastel, Calderón busca resucitar entre sus colaboradores el escenario del tapadismo: un tapadismo blanquiazul, que está llevando a sus posibles delfines a una guerra sucia subterránea, patética, porque ninguno de ellos tiene la menor de las posibilidades y porque los intereses de la nación están cada vez en el mayor abandono.
7. La trama del entendimiento entre el gobierno y la dirigencia perredista tuvo su momento determinante con el llamado michoacanazo, iniciado en agosto de 2009 con la detención sin evidencias de 35 funcionarios del estado de Michoacán, acusados entonces de connivencia con el cártel de La Familia, y que 16 meses después culmina con la liberación de 34 de ellos con un usted perdone el pasado martes 28, cuando el contexto político es otro y las relaciones entre Los Pinos y el grupo de Jesús Ortega –que se apoderó del PRD gracias al gobierno calderonista– son de abierta complicidad y tienen el carácter de lo que los neoliberales entienden por alianza estratégica.
8. El entendimiento entre Los Pinos y el grupo de Ortega no parte por lo mismo de ninguna convergencia ideológica ni tampoco de un proyecto nacional común, sino que es una vulgar componenda entre dos mafias que se alían con un mismo objetivo que es el del poder en 2012: los panistas calderonianos pretendiendo conservar la silla presidencial para uno de ellos, y los chuchos con el sueño de que al haber servido a la ultraderecha, supuestamente imponiéndose a López Obrador y marginando al PRI, recibirían en compensación una tajada de poder. Estos dos grupos en verdadero estado de descomposición no tienen otra propuesta económica y social para México que la neoliberal, de las privatizaciones, la cancelación de los derechos sociales de los mexicanos y la entrega de los recursos estratégicos de la nación al capital trasnacional, como tampoco otro proyecto político que el mismo que nos han mostrado y que es el de seguir controlando el aparato de Estado tras el 2012 para seguir medrando.
9. El fracaso de Calderón ayer en su visita a Morelia no debe empero confundir. La salida política que tuvo que aceptar al fallido michoacanazo no termina con las pretensiones políticas que tiene de que su hermana llegue a la gubernatura. Él fracasó en 1996, pero la obsesión porque su hermana llegue al gobierno del estado lo va a seguir llevando a utilizar políticamente este asunto. Las relaciones cordiales del gobernador Lázaro Cárdenas Batel con los gobiernos de Fox y de Calderón le permitieron primero a Fox y a Martita apoderarse de innumerables inmuebles –de la bahía de El Tamarindillo al centro de Zamora–, así como de importantes enclaves estratégicos, lo que Calderón ha profundizado en la mira de dar el zarpazo revanchista en 2014 para que la derecha pueda apoderarse de ese estado, símbolo del cardenismo pero también del sinarquismo, y en donde, en 1946, los panistas ganaron su primera presidencia municipal y sus primeras diputaciones locales y federales.
10. El país no puede aguantar sin embargo ya más un escenario de desastres como el prevaleciente, en el que la clase política sigue anteponiendo sus intereses a los derechos de los mexicanos, y la tensión social y política ha llegado por ello a su límite.
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