CUAUHTEMOC CARDENAS SOLORZANO; junior abuelo de la izquierda. Usufructuario de un apellido y una herencia política que supo ejercer cuando rompió con el PRI en 1986, después del fraude de 1988 y salvo la elección ganadora de la jefatura de la ciudad de México en 1997, su trayectoria y su lógica política han sido inconsistentes e inconsecuentes en relación al proyecto mayoritario de la izquierda que lo apoyó durante años. Ha validado, en nombre de la institucionalidad y en el suyo propio, a los dos regímenes del fracasado panismo y se ha distanciado de la izquierda posible. El cúmulo de contradicciones le ha merecido asimismo la institucionalización, la medalla Belisario Domínguez.
Con todo, aún es tiempo de que considere con responsabilidad el legado tras su espalda. En 2012 tiene la oportunidad hacer a un lado la mezquindad, la ocasión de generosamente sumar el peso político específico de su apellido a la causa que va a contracorriente del fracasado prianismo, a la causa de un México distinto, mejor, si posible.
No tiene más que ceder un tanto del ego personal y hacer un guiño. Ello le propiciará sin duda la reconciliación con quienes fueron sus seguidores en el pasado y podría abonar elementos de la institucionalidad referida a la causa referida.
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