@NietzscheAristo
jue 29 dic 2011
MARCELO EBRARD CASAUBON; amor por compromiso. Siempre de la mano con Manuel Camacho Solís en 2000 y en 2006, ha negociado ahora el 2012 en espera de un 2018. Aunque no desearía otra cosa que ser el candidato actual a la presidencia, los datos revelan que no le ha ido nada mal en los dividendos pasados.
Al haber perdido la encuesta definitoria del candidato de la izquierda, sin embargo, ha carecido de generosidad. No ha otorgado su entusiasmada adhesión al triunfador de la misma sino más bien apenas una fría cordialidad. Flirtea con otras posibilidades postelectorales, dependiendo de los resultados. Si la “propuesta progresista” vence, bien por él, sacará provecho; si es otra, le podría ir bien también. Tal cual Ramón de la Fuente (quien por cierto, nunca dice nada público y siempre está considerado; ha sabido manejar bien el capital de la UNAM). Estamos en la etapa pro-aliancista de facto, una variante de la modernidad de la élite en el poder. Todo en nombre de la democracia y gracias a la refinada capacidad de negociación o transacción.
El de Ebrard ha sido, pues, no un amor entregado sino interesado (ayer del PRI, luego del centro, después obradorista, más tarde Chucho, también del PAN calderonista, mañana quién sabe). Inclusive así, hay que decirlo, las uniones por conveniencia suelen alcanzar objetivos comunes; por cierto tiempo. El falso romance prosigue hasta que el interés mutuo perdura.
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