La coalición de izquierda que desde que el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas ganó la primera elección para jefe de gobierno del Distrito Federal gobierna la capiatl del país, está en serios problemas para elegir un candidato competitivo, de perfil ganador, que la mantenga al frente en el principal bastión que les queda en el contexto nacional.
Una gran irresponsabilidad de Marcelo Ebrard, la de brincarse la secuela de tiempos que marcan los cánones mexicanos en materia de selección de candidatos abrió esa peligrosa posibilidad de perder el gobierno capitalino.
Dedicó primero el valioso empuje de la fuerza que da la posibilidad de ejercer el poder, a una absurda aventura de competir por la candidatura presidencial con un personaje nacional como Andrés Manuel López Obrador, ante quien no tenía la menor oportunidad de ganar en una encuesta abierta, o en cualquier otro método de selección por el que se hubiera optado por la congregación de partidos que conforman el DIA, en lugar de construir primero el escenario de su sucesión.
Ahora Marcelo tiene una caballada pavorosamente flaca. Su delfín Mario Delgado va en caída libre. Alejandra Barrales era una broma de mal gusto. El único que muestra algo de respeto ante los electores capitalinos es el procurador Mancera, quien está bien calificado en su desempeño y ha mostrado una respetable, no impresionante desde luego, capacidad de convocatoria.
Pero ninguno garantiza el triunfo que haga permanecer a la izquierda en el control del gobierno capitalino.
La única posibilidad es que Andrés Manuel López Obrador lograra convencer a un personaje de la talla de Juan Ramón de la Fuente para sacar del hoyo a Marcelo Ebrard que está en el riesgo que Beatriz paredes, cobijada por el “efecto Peña” y por la posibilidad de que en la fórmula del senado vayan dos capitalinos muy cercanos a Peña Nieto como son José Antonio González Fernández y Rosario Robles continúe como la puntera de las encuestas en el DF.
El PAN trae un verdadero fandango en su lista de aspirantes a suceder a Marcelo Ebrard.
El más avanzado es el veterano Demetrio Sodi de la Tijera. Un ex priísta que antes fue un exitoso ejecutivo de una cadena de tiendas departamentales y que conoce el territorio mejor que sus competidores dentro del PAN, pero que no ha interesado a ninguno de los tres precandidatos presidenciales de Acción Nacional.
Hay además dos novatos panistas en la pelea.
La diputada Gabriela Cuevas, una aguerrida neo panista que ganó popularidad cuando se amparó porque no la dejaban entrar a las famosas conferencias mañaneras que tanta difusión le dieron al trabajo y a los proyectos de Andrés Manuel López Obrador cuando era Jefe de Gobierno.
Su lastre se llama Marta Sahagún, que fue prácticamente quien la inventó con esa estrategia para cuestionar a AMLO.
Pero Gabriela Cuevas ya ha caminado sola como ganadora de la elección en Miguel Hidalgo en donde fue una polémica jefa delegacional y ahora como diputada federal, cámara en la que preside ni más ni menos que la comisión del DF.
El otro que suena es el delegado de Cuajimalpa, Carlos Orvañanos (Apadrinado por el grupo Bimbo y asesorado por un miembro político de la familia Servitje como es el talentoso Fernando Lerdo de Tejada).
La última estrategia que Lerdo de Tejada construyó para Orvañanos fue el brinco que éste dio a las filas de Josefina Vázquez Mota abandonando las del novatazo de Ernesto Cordero.
Finalmente se menciona, casi por consideración a su familiar más importante en la política, Margarita Zavala, a Mariana Gómez del Campo. Pero la asambleísta está más verde que Cordero y Orvañanos juntos. Su posibilidad de alcanzar la candidatura es remota. Y de alcanzar el triunfo, imposible.
La pregunta clave en esta disputa por el DF es ¿Qué hará López Obrador para no perder este bastión emblemático de las organizaciones que lo postulan como candidato presidencial?
Todo un reto hasta para un político de la experiencia, la madurez y la notable ponderación que ahora caracteriza a AMLO y su República Amorosa, casi la propuesta de una Revolución de Terciopelo como la que en su tiempo impuso en Checoslovaquia el recordad Vaclav Havel.
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