sábado, 29 de enero de 2011

Serpientes y Escaleras | Salvador García Soto Guerrero huele a conflicto


Lo cerrado de las encuestas en las últimas semanas entre el candidato del PRD, Ángel Heladio Aguirre, y el del PRI, Manuel Añorve, cambió en los últimos sondeos que se conocieron hasta el miércoles pasado por una ligera ventaja para el abanderado perredista, sobre todo a partir de la jugada de la declinación del candidato del PAN, Marcos Parra, a favor de Aguirre Rivero, lo que podría inclinar la balanza y romper el empate que por semanas se mantuvo entre los dos punteros

Un ambiente cargado de violencia criminal y política; un duelo de estructuras clientelares y excesivos gastos de campaña; una pelea entre presidenciables por un estado más para el tablero de ajedrez de 2012; una disputa familiar de por medio; golpes bajos y campañas sucias; junto a la reedición de los viejos vicios de presión y cooptación del voto, son los antecedentes con los que Guerrero llega mañana a las votaciones para elegir gobernador.
Lo cerrado de las encuestas en las últimas semanas entre el candidato del PRD, Ángel Heladio Aguirre, y el del PRI, Manuel Añorve, cambió en los últimos sondeos que se conocieron hasta el miércoles pasado por una ligera ventaja para el abanderado perredista, sobre todo a partir de la jugada de la declinación del candidato del PAN, Marcos Parra, a favor de Aguirre Rivero, lo que podría inclinar la balanza y romper el empate que por semanas se mantuvo entre los dos punteros.
Acapulco será el principal campo de batalla entre los candidatos y el escenario de la más feroz disputa por la movilización de los votantes; ambas cosas, la votación que logren en el puerto y la capacidad que tengan los equipos de campaña de cada candidato para movilizar —vulgo acarrear— electores a las urnas, serán decisivos para determinar al ganador de la contienda.
Tanto en el PRI como del lado de la alianza de facto entre el PRD y el PAN se preparan para una jornada intensa y han concentrado en Guerrero a un gran número de operadores externos que reforzaran la operación local. Del lado perredista están presentes en el puerto varios diputados, senadores y funcionarios del gobierno de Marcelo Ebrard, que apuestan todo a la victoria de Aguirre.
Pero los priístas no están de brazos cruzados y los 237 diputados que acudieron a la reunión plenaria de su fracción esta semana, se quedaron a apoyar en la operación del día de los comicios, lo mismo que un grupo de senadores comandados por Manlio Fabio Beltrones, además de las huestes mexiquenses de Enrique Peña Nieto que, con su “mesa roja” —versión peñista de la Fuerza Mexiquense de Montiel—, son parte de la maquinaria priísta que busca recuperar la entidad guerrerense.
La filtración de declaraciones de un testigo protegido de la PGR que involucra al priísta Añorve Baños con el financiamiento del crimen a su campaña, provocó un efecto de cohesión en el priísmo que, al sentir agredido a su candidato, salieron en su defensa, temerosos de que la estrategia sucia que ellos atribuyen al gobierno calderonista le signifique a su candidato una pérdida de puntos que, en el escenario cerrado en que terminaron las campañas, puede ser una diferencia letal en su contra.
No faltó un priísta que recordara que con una estrategia similar al golpe que le dieron a Añorve en la recta final de la contienda, hace cinco años en Jalisco tiraron a su candidato, Arturo Zamora, y le quitaron los puntos que llevaba de ventaja para facilitar el triunfo del panista Emilio González. Pero a diferencia de aquella ocasión, dice un priísta de la cúpula, ahora el PRI supo responder a tiempo y, según su óptica, la reacción de Manuel Añorve y su presencia en la PGR para pedir que lo investigaran, puede tener un efecto contrario al que buscaban quienes hicieron la filtración, si el electorado ve como víctima al abanderado del tricolor.
Del lado perredista hay confianza en que la alianza de facto que hicieron con Acción Nacional, de último momento surta efecto y rompa el empate técnico que la mayoría de sondeos daban en la recta final. Si el panista Marcos Parra declinó con siete puntos de intención del voto, los estrategas de Aguirre Rivero apuestan a que parte de esos votos, si bien no todos, se transfieran a su candidato y de ese modo se pueda despegar del priísta el día de la votación.
En todo caso, es muy difícil pronosticar quién se llevará la elección en Guerrero este domingo; quien se adjudique desde ahora el triunfo está blofeando y será hasta avanzada la jornada comicial, cuando cada partido haya sacado sus huestes para llevar electores a las urnas, que se podrá ver una tendencia de hacia dónde puede definirse la elección.
Por lo pronto, en medio de la polarización, la suciedad, el encono y los despilfarros que marcaron estos comicios, hay una cosa en la que coinciden todos los partidos: el riesgo de violencia y de conflicto se respira en el aire y la tensión es tal que un cerillo puede incendiar las votaciones. ¿Quién se beneficia si hay problemas? ¿Quién gana con la violencia en Guerrero? Los guerrerenses no.
¿QUÉ QUIERE WASHINGTON?
Venir a México a celebrar y aplaudir “la estrategia contra el crimen” que ha dejado ya casi 35 mil muertos, y ha sembrado caos y violencia en amplias zonas del país, como hizo la secretaria de Estado de EU, Hillary Clinton, es casi un acto de humor negro. ¿O cree la señora Clinton que no importan las vidas inocentes, en muchos casos de niños, mujeres y jóvenes que se han perdido y que, sin reparar en cuántos civiles más tengan que sacrificarse, la lucha antidrogas debe seguir tal y como hasta ahora?
Porque en su discurso de elogios al presidente Calderón y de reconocimientos a su lucha contra las drogas y el crimen, la segunda de a bordo en la Casa Blanca no mencionó, ni por equivocación, los terribles costos humanos y de violencia que está teniendo la actual guerra antidrogas. Incluso, cuando a pregunta expresa en una entrevista televisiva respondió que esta estrategia “debería seguir” después de 2011, sin importar qué partido gane la Presidencia. Clinton no mencionó nunca los efectos negativos de esta lucha ni la pérdida de vidas humanas.
En el fondo, lo que nos dice la actitud de la jefa de la diplomacia estadounidense es que a Washington no le importa qué tan cruenta o sanguinaria sea la guerra en México, no le preocupa si los miles de muertos que se acumulan en esta guerra son criminales o son niños inocentes o familias que tuvieron la mala fortuna de estar en el lugar equivocado o de no hacer alto en un retén o de no saber que uno de sus jóvenes hijos se metió al negocio de la droga. Eso no es relevante para la Casa Blanca y sus intereses de seguridad.
Ni siquiera los millones de dólares que envía en apoyo y equipos al gobierno de México —a cambio ya se sabe de tener cada vez más injerencia y capacidad de acción en territorio mexicano con sus agencias de seguridad— son una muestra de que a Washington le importen los graves daños y los costos de sangre, miedo y vidas que están pagando los mexicanos por esta lucha antidrogas ordenada y planeada por ellos y ejecutada por un Presidente de México que, como pocos en la historia, actúa y se conduce, junto con todo su gabinete, incluidos el Ejército y la Marina, como serviles subordinados y casi empleados de la Casa Blanca.
Por eso sí, cuando se viene en un viaje relámpago de 24 horas a practicar la “diplomacia de avión”, y cuando los funcionarios de México, desde la Cancillería hasta Los Pinos hasta la reciben como “jefa”, es fácil decir que va muy bien la estrategia contra el crimen y que así debemos seguir después de 2012. Total, la sangre se lava en el río Bravo y no pasa al otro lado de la frontera. O lo que es lo mismo: en el negocio del narco acá seguimos poniendo los muertos y pagando los costos de una violencia desbordada, para que allá se fumen tranquilos su carrujito o se empastillen sin ningún problema.

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