lunes, 31 de enero de 2011

TRASCENDIO

Que poco antes de las nueve de la noche, el ex presidente del PAN César Nava cruzó sonriente el lobby del hotel Elcano de Acapulco, sede del cuartel general del candidato ganador Ángel Heladio Aguirre.

La totalidad de perredistas que abarrotaban el lobby le dieron un estruendoso aplauso. El “voto por voto, casilla por casilla” es prehistoria.

Que el tan criticado “estilo MILENIO” sentó precedente.

En julio del año pasado, MILENIO Televisión-Gabinete de Comunicación Estratégica fueron duramente criticados porque al presentar la encuesta de salida en la elección de gobernador de Oaxaca, simplemente informaron, sin dar porcentajes: “Ganó Gabino Cué”.

Una importante casa encuestadora siguió el mismo camino ayer. Y es que, diría el clásico, “se hace camino al andar”.

Que “demencial” era lo menos que decían los jerarcas priistas sobre la “suicida” conferencia de prensa que salió a dar su candidato Manuel Añorve para anunciar que había ganado la elección.

En el Distrito Federal todos se lavaban las manos. ¿Entonces fue idea en solitario de Añorve o del “delegado perdedor” Carlos Jiménez Macías, el verde Arturo Escobar o el ínclito Jorge Kahwagi?

Que el único jerarca del PRI que estuvo ayer para dar la cara en Guerrero fue el senador Manlio Fabio Beltrones.

Ahora se sabe quiénes son los que sólo aparecen en las victorias y quiénes saben caer con la cara al sol.

Que el mejor ejemplo de la política del avestruz lo dio la presidenta del PRI, Beatriz Paredes. A las ocho de la noche canceló todas las entrevistas que tenía programadas en los medios.

Y pensar que Añorve le sacó muchas veces las castañas del fuego. Pero Beatriz no sigue al perdidoso.

Que al calor de la victoria de ayer corría la voz en Acapulco de que el otro gran triunfador en Guerrero fue el delegado especial Jesús Zambrano.

Era tal la euforia que en la conferencia de prensa para anunciar “la tendencia irreversible de las encuestas”, la presentadora anunció a Chucho Zambrano como presidente nacional del PRD.

“Bueno”, corrigió. “El próximo presidente nacional”. ¿Será?

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