Fiel representante del calderonismo nono (no sabe, no puede, no da una, no tiene puta idea de cómo salir de la bronca), a Ernesto Cordero le ha dado por negar el impacto de los gasolinazos en la inflación y, por ende, el deterioro del poder adquisitivo de los mexicanos. Que no y que no, repite hasta el agotamiento, por mucho que hasta en las escuelas de economía más rascuaches enseñen que el alza en los precios de los combustibles repercute en toda la cadena productiva y es inmediatamente trasladada a los precios de bienes y servicios.
Pero él dice que lo anterior es un mito genial (saludos, Pedro Aspe), porque en la primera quincena de enero de 2011 se registró la inflación más baja en 22 años para un periodo igual. No sólo eso: “gasolinazos, los que se daban antes, cuando los precios se incrementaban hasta 50 o 60 por ciento, pues en la actualidad son incrementos muy moderados”. Bien, pero en el calderonato no lo han hecho mal: sin considerar el nuevo impuesto a las gasolinas, hasta diciembre pasado los incrementos registrados han sido de 60 por ciento en el precio del diesel, 30 por ciento en el de la Magna y 22 por ciento en el de la Premium.
Un ejemplo de que los precios de los combustibles sí impactan la inflación (en sentido positivo o negativo) lo aporta el Banco de México: entre los factores determinantes de una inflación menor en 2009 sobresalió el congelamiento anual de precios de gasolinas, diesel y gas licuado, lo que se tradujo en una reducción significativa de la variación anual del grupo de los bienes y servicios administrados, que pasó de 8.03 a 0.28 por ciento entre el cierre de 2008 y el correspondiente a 2009. Esta disminución explicó casi la mitad de la baja que tuvo la inflación general anual. En sentido contrario, durante 2008 “la trayectoria inflacionaria alcista mayor a la anticipada se debe (en buena medida) a los continuos aumentos que sufrieron los precios de los energéticos…”
De hecho, el jefe y pastor de Cordero reconoció que el alza de precios de los combustibles repercutía directamente en el bienestar de todos los mexicanos, de allí que en plena crisis decidiera (Acuerdo Nacional en favor de la Economía Familiar y el Empleo) congelar los precios de las gasolinas en todo el país durante todo 2009 y reducir el precio del gas LP en 10 por ciento, manteniéndolo en nivel resultante por el resto de ese mismo año, con la intención de que las familias se beneficien por una menor inflación que resultaría de estas acciones.
Pero Cordero, que siempre está en el éter, dice que de ninguna manera, lo que no debe sorprender a nadie, toda vez que el gobierno nono de Calderón es especialista en negativas, y como muestra va el siguiente recuento: no afecta al turismo ni a la inversión la violencia en el país; no hay alza generalizada de precios en alimentos: no hay crisis; no hay guerra; no la vamos perdiendo; “no hay ninis”; no hay tensión social; no hay violaciones a los derechos humanos; no interrogó la FBI a migrantes; no hay crisis en el campo; no usa Elba Esther a las escuelas públicas para sus fines electorales; “no hay alimentos chatarra en las escuelas”; no hay desempleo; no hay dependencia alimentaria, y tantos otros NO que se quedan en el tintero y los que se acumulen.
Entonces, NO desesperen, que de cualquier forma cada día que pasa es uno menos de calderonato (ya consumió casi el 70 por ciento de su estadía en Los Pinos). Mientras finalmente, por el bien del país, se regresa a su casa, la Cámara de Diputados ilustra sobre el tema: “el encarecimiento de los precios de los combustibles en nuestro país incide directamente en el poder de compra de los salarios de los trabajadores. Los incrementos salariales en nuestro país únicamente cubren una parte del aumento de los precios de las gasolinas y el diesel, como consecuencia, el alza de los precios de los otros bienes y servicios ya no pueden ser cubiertos por el incremento salarial (…) lo que se traduce en una pérdida acumulada de su poder de compra”.
Lo anterior, sin olvidar que el costo de oportunidad que actualmente está enfrentando el gobierno federal es que está incrementando la recaudación del impuesto especial sobre producción y servicios a través del deslizamiento (léase aumento) de los precios de las gasolinas, pero está generando un impacto ambiental adverso, porque la población está optando por sustituir el consumo de la gasolina menos contaminante por la que más daño le hace a la calidad del aire.
Para la gasolina Premium, a diciembre de 2010 no existe subsidio a favor de los consumidores nacionales. Por el contrario, el precio fue un centavo por litro más cara en nuestro país respecto de su equivalente en Estados Unidos. En promedio, de diciembre a diciembre, el precio de esta gasolina ha sido más cara en México que en Estados Unidos por 20 centavos por litro, debido a que el gobierno federal en nuestro país autorizó durante este último año 12 deslizamientos en el precio de esta gasolina, uno de nueve centavos y 11 de 4 centavos por litro, acumulando un incremento anualizado de 53 centavos por litro, lo que representó un incremento de 5.54 por ciento respecto al precio vigente al 31 de diciembre de 2009. En el caso de la Magna (que supuestamente se produce en el país) el escenario es diferente, en diciembre de 2010 se mantenía un subsidio de 48 centavos por litro respecto de los precios observados en Estados Unidos y en el del diesel de 1.24 pesos.
Si en 2011 el gobierno federal mantiene, como ya lo anunció, el mismo ritmo de deslizamiento mensual que el ejecutado al cierre de 2010, equivalente a 4 centavos por litro, al cierre del presente año el precio de la gasolina Premium será 48 centavos más caro que lo observado al cierre de 2010. Con esta medida, al concluir 2011, el precio interno no se rezagará respecto del precio observado en Estados Unidos. En los casos de la Magna y el diesel, sus precios se incrementarían 96 centavos por litro, en cada caso. En síntesis, pues, habrá mayores precios y crecerá la inflación, aunque Cordero no se entere.
Las rebanadas del pastel
Que la guerra contra el narcotráfico es rotundamente exitosa lo confirma, más allá del creciente número de muertos asociado a ella, un dato espeluznante aportado por el secretario de Salud, José Angel Córdova Villalobos: el consumo de cocaína en México se duplicó en los últimos seis años, y el de otras drogas ilegales, como la mariguana, también aumentó. He allí la goliza calderonista.
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