AMLO anunció que el próximo 21 de marzo se convocará a un Congreso para sentar las bases de su llamada "República Amorosa".
Andrés Manuel López Obrador, precandidato de los partidos políticos PRD, PT y Movimiento Ciudadano; su esposa Beatriz Gutiérrez, Laura Esquivel; y Jesús Ramírez acudieron a una gira por Pueblo, al foro "Fundamentos básicos de la República Amorosa".Foto: Iván Stephens/ Cuartoscuro
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Andrés Manuel López Obrador anunció la realización de un Congreso para constituir las bases de una república amorosa, el cual se realizará el próximo 21 de marzo a las 9:00 horas en el Museo de la Ciudad de México.
A continuación se reproduce su discurso íntegro en el que expone este próximo acto:
Como he venido sosteniendo, la decadencia que padecemos se ha producido, tanto por la falta de oportunidades de empleo, estudio y otros satisfactores básicos, como por la pérdida de valores culturales, morales y espirituales. Por eso, nuestra propuesta para lograr el renacimiento de México busca hacer realidad el progreso con justicia y, al mismo tiempo, auspiciar una manera de vivir, sustentada en el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza y a la patria.
Cuando hablamos de una república amorosa, con dimensión social y grandeza espiritual, estamos proponiendo regenerar la vida pública de México mediante una nueva forma de hacer política, aplicando en prudente armonía tres ideas rectoras: la honestidad, la justicia y el amor. Honestidad y justicia para mejorar las condiciones de vida y alcanzar la tranquilidad y la paz pública; el amor para promover el bien y lograr la felicidad.
La honestidad es una virtud que aún poseemos y sólo es cosa de revalorarla, darle su lugar, ponerla en el centro del debate público y aplicarla como principio básico para la regeneración nacional. Elevar a la honestidad como la principal virtud pública nos traería muchos beneficios. Los gobernantes contarían con autoridad moral para aplicar la ley y exigir a todos un recto proceder como ciudadanos, nadie tendría privilegios. Se podría aplicar un plan de austeridad republicana para reducir los sueldos elevadísimos de los altos funcionarios públicos y eliminar los gastos superfluos. Asimismo, con este imperativo ético por delante se recuperarían recursos que hoy se van por el caño de la corrupción y se destinarían al desarrollo y al bienestar del pueblo.
La justicia, al igual que la honestidad, no aparece en la agenda de la llamada clase política. No obstante, la falta de justicia es la sombra que nos persigue, el pecado social que nos impide estar bien con nuestras conciencias y poder desarrollarnos plenamente como seres humanos.
La pobreza en México es una amarga realidad, entristece, parte el alma y se encuentra por todos lados. Y no existe ninguna razón natural o geográfica que la justifique. Nuestro país todavía es de los que poseen más recursos naturales en el mundo, a pesar de que lo han saqueado por siglos. De modo que se padece la paradoja de vivir en un país rico con pueblo pobre y, como es obvio, esta contradicción no es por la fatalidad, el destino o la mala suerte, sino por la corrupción política, la ausencia de justicia y el mal gobierno.
Es tanta la insensibilidad de las élites del poder que aún en medio de la profunda crisis de inseguridad y de violencia, se niegan a aceptar que la pobreza y la falta de oportunidades y de bienestar, originaron este estallido de odio y resentimiento. Desde luego, menos les importa atender las causas del problema. Por el contrario, en una especie de enajenación autoritaria, pretenden resolverlo con medidas coercitivas, enfrentando la violencia con la violencia, como si el fuego se pudiese apagar con fuego. Olvidan que no es la violencia, sino el bien, lo que suprime el mal.
A este pensamiento y proceder conservador, debemos oponer el criterio de que la inseguridad y la violencia solo pueden ser vencidas con cambios efectivos en el medio social y con la influencia moral que se puede ejercer sobre la sociedad en su conjunto. En otras palabras, hay que combatir la desigualdad para tener una sociedad más humana y de esa manera evitar la frustración y las trágicas tensiones que provoca.
Estamos, pues, preparados y decididos a resolver la actual crisis de inseguridad y de violencia. Lo haremos bajo el principio de que la paz y la tranquilidad son frutos de la justicia. La solución de fondo, la más eficaz y la más humana, pasa por enfrentar el desempleo, la pobreza, la desintegración familiar, la pérdida de valores y por incorporar a los jóvenes al trabajo y al estudio.
Pero también nuestra propuesta busca que el sentido de la vida no se reduzca sólo a la obtención de lo material, a lo que poseemos o acumulamos, de ahí que consideremos indispensable auspiciar una corriente de pensamiento que exalte y promueva valores éticos individuales y colectivos.
Tenemos que convencer y persuadir de que, si no buscamos alcanzar un ideal moral, no se podrá transformar a México. Sólo así podremos hacer frente a la mancha negra de individualismo, codicia y odio que se viene extendiendo cada vez más y que nos ha llevado a la degradación progresiva como sociedad y como nación.
Quienes piensan que este tema no corresponde a la política, olvidan que el fin último de éste noble oficio es hacer el bien, porque en ello está la verdadera felicidad. Nuestra propuesta implica enaltecer todo lo bueno que hay en los seres humanos y fortalecer los valores cívicos que hacen que la convivencia sea digna y respetuosa.
El propósito es contribuir en la formación de mujeres y hombres buenos y felices, con la premisa de que ser bueno es el único modo de ser dichoso. El que tiene la conciencia tranquila duerme bien, vive contento. La felicidad no se logra acumulando riquezas, títulos o fama, sino estando bien con nuestra conciencia, con nosotros mismos y con el prójimo.
Y aún cuando la idea del bien atañe a las convicciones personales, según sea nuestra manera de ser y de pensar, nuestra historia vital y nuestra circunstancia, existen preceptos generales que son aceptados por la inmensa mayoría de los seres humanos. Por eso hemos propuesto la elaboración de una cartilla moral o código del bien o constitución moral o guía para la conducta ciudadana o carta de virtudes cívicas o como finalmente se le llame, sin dejar de lado lo sustantivo que es hacer el catálogo de los valores personales, cívicos y sociales que deben reafirmarse y promoverse en los distintos espacios de la vida pública.
En esencia, se trata de poner en la agenda nacional los conceptos del amor, la honestidad, la justicia; la austeridad, la verdad, la dignidad, la no violencia, la diversidad, la no discriminación, la igualdad, el respeto, la fraternidad, la tolerancia, la transparencia, la pluralidad, la congruencia, la libertad, la felicidad y la verdadera legalidad
En consecuencia, hoy se da a conocer la convocatoria para elaborar con la participación de todas y todos, el documento con los preceptos básicos que serán las bases para una convivencia futura sustentada en el amor y en hacer el bien para alcanzar la verdadera felicidad.
Este Congreso para constituir las bases de una República Amorosa se celebrará el 21 de marzo de este año desde las 9 de la mañana en el Museo de la Ciudad de México.
En el comité organizador han decidido participar Alfredo López Austin, Laura Esquivel, Gabriel Vargas, Raquel Serur, Hugo Gutiérrez Vega, Enrique Dussel, Manuel Pérez Rocha, Emma Laura Manjarrez, Julio Glockner, Ernesto Lammoglia, Pedro Mendoza, Pío Bautista Ruiz, Honorio Alcántara, Luisa Cortés y José Luis Marín.
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