En la solitaria cúpula del perredismo nacional, donde el chuchismo se muerde la cola sin saber que hacer frente a los compromisos que contrajo con el PRI del estado de México, las posibilidades de lograr una alianza con el PAN, para dar legitimidad y sello de invencible a Enrique Peña Nieto, prácticamente se han esfumado.
El acuerdo entre Andrés Manuel López Obrador y el jefe de Gobierno de la ciudad de México, Marcelo Ebrard, para sacudir las telarañas a Alejandro Encinas y hacerlo competir por el gobierno mexiquense, rompió todas las perspectivas de Manuel Camacho y Jesús Ortega, que buscaban dejar al PRD como otro organismo comparsa, simulador, facilitador de los intereses de la derecha.
No hace falta ser genio para caer en la cuenta de las intenciones de esa dupla. Era tan simple como leer o escuchar a los priístas de tinta o de micrófono alentando la malsana unión. El fin justificaba la porquería. Ya lo hemos dicho aquí: nada mejor para Peña Nieto que matar juntos a PRD y PAN desde las preliminares, para hacer inobjetables, por más ilegales que fueran, los comicios de 2012, que favorecieran, con otro fraude, al candidato del PRI.
Esas eran las intenciones de la alianza que tanto se impulsaba, como si quienes lo hacían, y aún pretenden, quisieran ver derrotado al PRI. Pero los chuchos y Manuel Camacho buscan la forma de lograr que la estrategia diseñada en Toluca siga adelante, y ahora se han inventado eso de la encuesta, para saber si la gente quiere o no la alianza.
Los hace sabedores de que Alejandro Encinas no es un guerrero, que no le gusta o no sabe defender sus triunfos, y si con la ayuda del priísmo se logra comprar un buen número de votos, y además se cuenta con la complicidad del Trife, que buenos favores le ha hecho al chuchismo, podrían echar de la contienda a Encinas, que de plano no iría en alianza con los azules.
Pero la fortaleza del ahora precandidato de la alianza de izquierdas electorales radica en el apoyo que tanto Andrés Manuel López Obrador como Marcelo Ebrard le han brindado, lo cual ha tenido un costo, sobre todo para este último, que no sólo tuvo que ir en contra de su principal asesor, Manuel Camacho, y con ello romper prácticamente con Nueva Izquierda, sino aguantar la nueva andanada en contra de quienes lo acusan de depender de las decisiones de López Obrador.
Ahora hay quienes piensan, principalmente en Acción Nacional, que lo mejor que pueden hacer frente a la desfondada alianza es buscar, de cualquier forma, un acuerdo con el PRI para no perder lo poco que les queda en aquella entidad. Pero los priístas, por lo pronto, no quieren saber nada de los azules, aunque la vida, y sobre todo la política actual, siempre nos da sorpresas. Ya veremos.
De pasadita
Dramático, impactante el trabajo de los moneros que exigen parar el baño de sangre en que Felipe Calderón ha metido al país, aunque a fuerza de ser sinceros parece que algo hace falta, tal vez señalar con la misma fuerza al culpable de la desgracia. Qué significa no más sangre. Claro que en teoría todos lo entendemos, y claro que una campaña como la que se inició hace falta desde hace buen rato, pero habrá que decirlo con todas la palabras: Felipe Calderón falló, y su estrategia de muerte debe parar. Es insoportable. De todas formas, todos debemos agradecer a nuestros moneros los cartones de ayer y estaremos pendientes de los siguientes. La Patria se los reconocerá.
También podemos informarles que el diputado a la Asamblea por el Distrito Federal Adolfo Orive se reunió el pasado 21 de noviembre con Rubén Moreira, hermano del recién ungido presidente del PRI, en una casona de Viesca, Coahuila. La reunión, que más bien fue comida, tuvo además de mariachis y cervezas, la presencia de un muy buen número de miembros destacados de la organización Línea de Masas, de la región lagunera. Orive se ha declarado arrepentido de su pasado salinista, pero ahora ¿qué estará tramando, será que está disgustado porque a más tardar el miércoles, el movimiento de López Obrador destapará a Jesús González Schmal como candidato a la gubernatura de ese estado?
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