La actitud infantil de Peña Nieto de culpar a los opositores del PRI de los “errores” que ha cometido en las últimas semanas no le ayudará a corregirlos, si es que pueden considerarse errores.
No leer y no informarse, por ejemplo, del salario mínimo de los trabajadores a los que piensa gobernar, lejos de ser un error es una falta que hace un enorme hueco en su conciencia.
Acaso el error no es de él sino de quienes le han dicho al oído que puede gobernar un país porque le ofrecerán todo su apoyo. Desafortunadamente, para él, la cultura y la conciencia social que le hacen falta no pueden escanearse e integrarse de un solo golpe en su cabeza y en su corazón.
Peña Nieto necesita crecer como individuo y reflexionar si su proyecto personal es compatible con la enorme tarea de reconstruir un país, desecho por el mismo partido que hoy le ofrece todo lo que le ha arrebatado.
No aceptar el límite de nuestra capacidad es lo que nos lleva al fracaso. Pero resulta que el fracaso no sólo será de Peña Nieto sino del país entero.
Es como si a un carpintero le ofrecieran mucho dinero por hacer una cirugía a corazón abierto a un paciente en estado grave. Si acepta, lo más seguro es que se le quede en la operación pero lo más sensato es decir NO y buscar a un especialista.
Si Peña Nieto piensa que el salario mínimo de los trabajadores es de 900 pesos, la mitad del real, ¿qué tendría que hacer para elevarlo en apenas 6 años?
Imagino que tampoco está enterado del miserable aumento acordado para 2012, apenas de 2.50 pesos diarios.
La desigualdad y la pobreza que lastiman tanto al pueblo no podrán revertirse si seguimos por el mismo camino, si no se genera un cambio en la política económica neoliberal que ya probó su fracaso.
Para que eso ocurra necesita llegar al poder un hombre con un perfil totalmente distinto al de los gobernantes que hemos padecido, y que han provocado el estancamiento económico, la pobreza y la violencia.
En lo personal no tengo nada contra Peña Nieto, al contrario, me parece una víctima más de su padrino, quien piensa utilizarlo para seguir manejando los hilos del país. El poder y el dinero que le ha prometido, que no será por sus logros personales desde luego, se volverán en su contra.
Me recuerda a Roberto Madrazo cuando quiso ganar un maratón y llegar a la meta burlando la trayectoria y cortando el camino por un atajo.
La situación en la que se encuentra México no permite, ni merece, improvisaciones. La alarma está encendida. Si no la escuchamos puede estallar en cualquier momento. Estamos todavía a tiempo de girar el rumbo y evitar el naufragio.
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