Como regalo de año nuevo, apareció ayer en La Jornada la entrevista que Blanche Petrich le hizo al filósofo Enrique Dussel. El tema no podía ser más adecuado: la necesidad de construir una teoría para la liberación, que sea inovadora, crítica, creativa, no sobre la destrucción del Estado sino que dote de contenidos de democracia participativa a los poderes políticos que hoy gobiernan.
Dussel habló sobre la maduración en la que se encuentran los procesos latinoamericanos con gobiernos electos de centro-izquierda, como Bolivia, Venezuela, Brasil, Ecuador y otros, que han permitido poco a poco esa democracia participativa, y lastimosamente se refirió a México.
Dijo:
"...el poder político no es de dominación, reside en el pueblo, consiste en el consenso del pueblo. Las instituciones no son el lugar del ejercicio del poder, se les ha delegado. Cuando las instituciones creen que son la sede, ese es el fetichismo. Cuando un presidente dice, como dijo Felipe Calderón, tengo el monopolio del poder, se equivoca, se ve que no tiene mucha instrucción. El Estado tiene el uso de la violencia legítima, pero el único que tiene el monopolio del poder es el pueblo".
Por eso digo que dentro del Movimiento por la Transformación del País vamos bien. El objetivo es devolverle el poder al pueblo, representado por líderes capaces de comprender esto y de trabajar en beneficio de las mayorías y no de unos cuantos que utilizan el poder para beneficio propio.
Entre otros puntos importantes, Dussel habló sobre el problema de la corrupción, que es una tentación inherente a la condición humana, sin emargo, aclaró que la existencia de organismos de participación para la fiscalización pueden frenar la corrupción y evitar así su generalización, como ha sucedido en México. Todos corruptos y todos impunes, cubriéndose unos a otros.
Por último quiero mencionar las fuentes importantes que Dussel citó para la construcción del pensamiento latinoamericano actual:
Theotonio dos Santos,
Immanuel Wallerstein,
Franz Hinkelammert,
Boaventura de Souza,
Hugo Zemelman
y el húngaro István Mészáros.
Añadió el pensamiento aymara y el zapatismo, que no forman parte de las teorías clásicas.
Aquí tenemos las herramientas para ponernos a trabajar y enriquecer nuestro Movimiento.
Se trata de construir entre todos nuevas formas de pensamiento que nos lleven a un cambio real sin hacer uso de la violencia.
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