viernes, 1 de octubre de 2010

Espacio Civil | Emilio Alvarez Icaza IFE ¿2000 ó 2006?


En términos generales se puede afirmar que el proceso electoral de 2012 empieza el día de hoy. La Cámara de Diputados dio a conocer la convocatoria para la renovación de tres integrantes del Consejo General (CG) del Instituto Federal Electoral (IFE). Con este reemplazo termina la integración del órgano superior de la autoridad que habrá de organizar las próximas elecciones presidenciales y legislativas federales.
A más tardar el próximo 30 de octubre, las y los diputados tendrán que resolver un dilema de la mayor importancia para la construcción democrática del país. ¿Por cuál modelo de IFE optarán? Son muchas las posibilidades, pero en apretada síntesis se pueden reducir a dos opciones: el modelo IFE 2000 o el modelo IFE 2006.
El modelo IFE 2000 representa optar por un órgano autónomo, ciudadanizado y profesional. En el que quienes desempeñan la función de Consejero o Consejera son independientes de partidos políticos, gobiernos y empresas, y asumen un rol con base en tutelar parte de los derechos políticos de las y los ciudadanos como bien superior a tutelar. De hecho, es un modelo que genera certeza y se encarga de la legalidad y la legitimidad y cuenta con la confianza ciudadana y de todas las fuerzas políticas, con todas las limitaciones del caso.
El modelo IFE 2006, que inició su formación con la renovación del CG-IFE en 2003, representa un modelo con autonomía relativa y partidizado, supone que no todas las fuerzas políticas confían en el árbitro, que la legalidad es la parte privilegiada de la ecuación de la gobernabilidad. Es un modelo en que los partidos políticos buscan tener más representantes en la mesa y donde el bien superior a tutelar son las visiones parciales (incluidos intereses de poderes fácticos), sin importar que se dinamiten la certeza y la confianza.
La reforma constitucional de 2007 pretendió responder y resolver esta conflictiva, aunque lo ha logrado parcialmente pues todavía vivimos y pagamos las consecuencias del conflicto electoral del 2006. De hecho, lamentablemente regresamos a las épocas donde una parte importante del electorado no tiene confianza en las elecciones.
Por eso, en la manera en que se resuelva la integración de CG-IFE veremos: si se retoma el camino de la confianza o se abona en el conflicto; si se empuja la transición democrática o la regresión de la transición; si se ve en las elecciones un medio para resolver diferencias y fortalecer los derechos ciudadanos o una forma de dinamizar conflictos y dividir al país.
El dilema no es menor. La responsabilidad de nuestros representantes tampoco. Se requiere altura de miras, visión de Estado y ver por el bien de México y su gente.

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