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domingo, 2 de enero de 2011
La economista Dilma Rousseff, de 63 años, se convirtió ayer en la primera mandataria de Brasil, tras recibir la banda simbólica de presidente saliente
Brasilia, 1º de enero. La economista Dilma Rousseff, de 63 años, se convirtió este sábado en la primera mujer mandataria de Brasil tras recibir la banda simbólica del presidente saliente, Luiz Inacio Lula da Silva, a quien rindió una emotiva despedida al calificarlo como el más grande líder popular que ha tenido este país, mientras que miles de brasileños lo aclamaron frente al Palacio de Planalto.
Tener el honor de su apoyo, el privilegio de su convivencia, haber aprendido de su inmensa sabiduría son cosas que una se guardará para toda la vida, declaró la flamante presidenta en discurso pronunciado durante un acto multitudinario frente al palacio presidencial de Planalto, donde Lula se despidió después de ocho años de haber gobernando.
Rousseff se declaró feliz por la oportunidad que me dio la historia de ser la primera mujer en gobernar Brasil y se dijo conmovida de haber estado al lado de Lula, quien dejó el poder con una popularidad récord de 87 por ciento después de dos mandatos y tras entregar la estafeta a la política y colaboradora que apadrinó para que llegara a sucederle.
El mayor homenaje [a Lula] es ampliar y avanzar las conquistas de su gobierno, profundizando las reformas sociales heredadas, dijo Rousseff ante los miembros de ambas cámaras del Congreso que la ovacionaron de pie. Aseveró que Brasil tiene la oportunidad de convertirse en una nación desarrollada con estilo brasileño y un fuerte componente de sostenibilidad ambiental.
Ex integrante de la resistencia armada a la dictadura militar (1964-1985), por lo que pagó con torturas y tres años de cárcel en la década de 70, y pieza fundamental del gobierno de Lula en dos ministerios, Rousseff asumió el mando de la octava economía del mundo. En esa perspectiva, entre lágrimas recordó su pasado de guerrillera y rindió homenaje a sus compañeros muertos durante la represión, al resaltar que su generación dedicó su juventud al sueño de un país justo y democrático.
Llamó a la unión de las instituciones para mantener los buenos fundamentos que sostuvieron el crecimiento brasileño en los últimos años, y pidió apoyo para asumir el compromiso con la erradicación de la pobreza extrema en Brasil, flagelo que afecta a 20 millones de personas en el país de 190 millones de habitantes.
No voy a descansar mientras haya brasileños sin alimentos en su mesa, y niños pobres abandonados a su propia suerte, prometió, en medio de aplausos de legisladores y jefes de Estado presentes en el Parlamento, entre ellos la mayoría de presidentes latinoamericanos, el príncipe Felipe, heredero de la corona española, y la secretaria estadunidense de Estado, Hillary Clinton.
Al reiterar su llamado político a la unidad nacional, como hizo el 31 de octubre, cuando se confirmó su victoria en las urnas con 56 millones de votos, expresó su disposición de tender la mano a los partidos de la oposición y a los sectores sociales que no la apoyaron en los últimos comicios. Prometió luchar contra la violencia en el país y abogó por una reforma tributaria.
Rousseff se comprometió a profundizar la integración latinoamericana y caribeña como parte de su política externa, que mantendrá los lineamientos de sus antecesor. Destacó que los brasileños deben asociar su desarrollo económico, social y político a nuestro continente, para convertir nuestra región en una parte esencial del mundo multipolar que se anuncia.
Subrayó que pretende dar una consistencia cada vez mayor al Mercosur, integrado por Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, además de Chile y Bolivia, como miembros asociados externos, y Venezuela en proceso de adhesión. Vamos a dar especial atención a los países emergentes, dijo, y añadió: profundizaremos las relaciones con Estados Unidos y la Unión Europea.
Lula estuvo muy llorón
Rousseff, elegida para gobernar por cuatro años, terminó su discurso en el Congreso y se dirigió al Palacio do Planalto, donde recibió la banda presidencial del ahora ex presidente Lula. Pero poco antes de entregarle la banda, Lula estuvo muy llorón, absolutamente emocionado, dijo a la prensa uno de sus asesores.
Lula se despidió de su sucesora y se acercó a saludar a la multitud que esperaba. Minutos después se subió a un auto con banderas brasileñas y se fue saludando hacia la base área de Brasilia, desde donde regresaría a su residencia privada del suburbio industrial obrero de Sao Bernardo do Campo, próximo a Sao Paulo, donde inició su carrera sindicalista.
Sin embargo, antes de regresar a casa, Lula pasó por Sao Paulo a visitar a quien fue su vicepresidente José Alençar, que convalece en un hospital y no pudo acudir al traspaso del mando.
Rousseff pasará a ocupar el Palacio de Planalto en un momento de expansión sostenida de la economía, con una previsión de crecimiento de 7.6 por ciento del producto interno bruto en 2011 y una tasa de desempleo de 5.7 por ciento en noviembre, un mínimo histórico.
No obstante, la supervalorización de la moneda local (que permitió la acumulación de un nivel récord de reservas internacionales) ya afectó seriamente la balanza comercial y el desempeño del segmento industrial orientado a la exportación.
La inflación cierra 2010 por encima de la meta oficial de 4.5 e inicia 2011 con tendencia al alza.
Con Lula, 29 millones de personas salieron de la miseria, según cifras oficiales, pero casi la mitad de la población sigue sin acceso a saneamiento y la tasa de analfabetismo roza 10 por ciento.
El gabinete
Rousseff, que tomó juramento más tarde a sus 37 ministros, contará con parte del equipo de gobierno de Lula, muchos provenientes del oficialista Partido de los Trabajadores (PT). Ocho ministros de 25 del actual equipo de gobierno fueron reconfirmados en sus cargos y otros tres se mantendrán en el gabinete, pero ocupando una función diferente.
Por lo demás, Rousseff asumió la presidencia con una amplia mayoría en el Congreso, gracias a la popularidad de Lula, que impulsó el desempeño del PT y de sus aliados en las urnas en octubre.
La coalición encabezada por el PT y el centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño, del flamante vicepresidente de la república Michel Temer, logró expandir su presencia en la Cámara alta de 39 a 55 senadores, lo que supone más que dos tercios del total.
No obstante, Rousseff asume el poder en medio de una incipiente crisis diplomática con Italia, ante la decisión adoptada por Lula en su último día de gobierno de negarse a extraditar al ex militante de izquierda italiano Cesare Battisti, condenado en ausencia por cuatro asesinatos en su país.
Este sábado también asumieron los nuevos gobernadores de la mayoría de los estados brasileños, incluido el Distrito Federal.
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